En nuestro país la
pendejada es una marca registrada, así como el "sevillano", sus
"chelitas bien al polo", la inka cola con su pollo a la brasa; como
sacarle la vuelta a la jermita; atrasar a tu amigo con su flaca, hablándole pestes
de él; los políticos que se tiran del barco cuando se hunde, mismo el "pastor"
Lay, porque para las siguientes elecciones tiene que candidatear en tienda
fresca; toda una comisaría de la policía nacional haciendo "batida"
de carros por orden del mayor comisario; el vender papas o arroz con menos
pesaje; el médico que no opera en los hospitales, porque tiene que operar en
las clínicas particulares, en fin.
Pero hay maestros,
de los buenos, de calidad, aquellos que nos recuerdan que la pendejada, no es
mala leche; por el contrario es una expresión muy particular del peruano, del
que te pone las chapas, recursea el trago para todos, defiende a los más
débiles, ese era el pendejo del barrio, el de mis tiempos.
Conforme Fujimori y
Montesinos achoraron a toda la nación el pendejo se trasmutó, se convirtió en
un ser ruin, canalla, malagradecido, en lo personal, me cuesta algunas horas
explicarle a mis amigos que el pendejo no es el achorado, la diferencia estriba
en que el último de los nombrados es mala persona por donde lo mires.
El caso del palurdo
de Chui es patético, pidió una segunda oportunidad luego de sus desastrosa
primera gestión regional, lechero como pocos, ni bien asume este sujeto
declaran en emergencia la región, primero fue por el terrible terremoto del
sur, y ahora por el fenómeno del niño.
En ambos casos: ganancia al granel.
El pueblo generoso
y amnésico le dio una según oportunidad, y hoy sufre las horribles consecuencias.
Chui sin reflejos, sin ánimos, sin voluntad y sin ganas, NO GOBIERNA. Ya no es ni
pendejo ni achorado.
Cual barco a la
deriva, el gobierno regional se ha convertido en la chacra de todos; Y en el Arca
de Noé de ladrones y filibusteros; Cada día se hunde más, diluyéndose el
presupuesto en los bolsillos de funcionarios rapaces cual pirañas por la presa.
Pobre Gobierno
Regional, ni esperanzas quedan. Se han repartido todo, y el futuro que se
avizora está más oscuro que nunca; LOS PENDEJOS NO GOBIERNAN, LOS QUE MANDAN
SON LOS ACHORADOS, por la inercia de un sujeto, abatido por la edad y sometido
a su cúpula de indeseables.
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