“Este copamiento desvergonzado del Estado con gente de PL, del círculo de allegados a Vladimir Cerrón, del tropel de paisanos y amigos de Pedro Castillo, es el que tiene al país paralizado”.
Un informe de la Contraloría confirmó, por enésima vez, que la meritocracia
en este gobierno no tiene cabida. No hay filtros, no hay revisión de
antecedentes de los funcionarios propuestos y menos capacidad de reacción
cuando el periodismo de investigación descubre que ese funcionario amigo
designado o es un corrupto o es un maltratador de mujeres.
Eso, por supuesto, en caso de que no lo supieran antes de nombrarlo, pues,
como se ha dicho, pareciera más bien que, al contrario, ese es el perfil del
funcionario que buscan: alguien que no tendrá el menor escrúpulo en cometer
abusos o transgredir la ley si se presenta la oportunidad (¿o se lo pide el
partido?). Es un patrón que ya se repite demasiado como para pensar que se
trata de descuidos.
Es el caso del secretario general de Palacio de Gobierno, Jorge Alva. Era
suficiente motivo para echarlo del cargo cuando Perú21 publicó que este personaje
había sido denunciado por violencia familiar. Pero, como siempre, Castillo ni
lo hizo. Ni se inmutó. ¿Quizás porque comparte comportamientos machistas? ¿O es
que le parece poca cosa la agresión a una mujer? Un simple accidente de la vida
marital, digamos…
Como también debe pensar así la ministra de la Mujer, Diana Miloslavich,
quien sigue ahí muy campante, moviendo y firmando papeles en su escritorio,
mientras en Palacio el presidente despacha con un abusador de mujeres al lado
suyo.
Ha tenido que ser la Contraloría la que señale que Alva no es una persona
idónea para desempeñar este alto puesto en el aparato del Estado. Y así como
Alva, hay decenas de funcionarios que ocupan puestos estratégicos en el
escalafón de la administración pública, designados por el oficialismo, sin
ningún tipo de capacidad profesional, experiencia y, es más, con trayectorias
de dudosa honestidad.
Este copamiento desvergonzado del Estado con gente de PL, del círculo de
allegados a Vladimir Cerrón, del tropel de paisanos y amigos de Pedro Castillo,
es el que tiene al país paralizado. Hasta algunos de los embajadores políticos
propuestos tienen como único mérito en sus CV la pertenencia a Perú Libre, como
el caso de Soria Reátegui para la representación de Noruega.
Es decir, primero siempre los amigotes. Y mucho después, el servicio a la
ciudadanía.
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