El choque de trenes parece inevitable. El analfabetismo gubernativo del presidente Castillo es el dinamo de dos locomotoras que viajan en sentido contrario por la misma vía férrea. Las finanzas nacionales hacen agua porque, primero, Castillo asumió como propio un mar de subsidios creados por el miserable Vizcarra para encubrir su infame manejo de la pandemia que quebró a medio país.
Pero simultáneamente Castillo hace lo indecible por destrozar la
minería, principalísima fuente generadora de divisas y de impuestos, cumpliendo
una de las metas del plan bolchevique para imponerle al Perú un régimen
marxista.
En medio de tamaño contrasentido (emitir soles para quemarlos en
subsidios, mientras reduce adrede el ingreso de reservas e impuestos
paralizando las operaciones de las principales mineras cupríferas, cuando el
precio del cobre toca su nivel histórico más alto), mientras esto sucede,
repetimos, Castillo reduce en 90% el ISC al combustible y, asimismo, aumenta el
sueldo mínimo.
La suma de ambos es un gigantesco forado financiero fiscal. Es más. La
reducción del ISC al combustible fue su respuesta al violento paro de los
huancas, que protestan por la incapacidad del gobierno que ha desatado un alza
brutal del costo de vida. Pero el paro de Junín se repite en el resto del país.
Y como Castillo ha demostrado que claudica a la primera de bastos, las
exigencias de las demás regiones quebrarán al país en dos papazos.
Esto, amable lector, sólo tiene una explicación: el país eligió presidente
a un neófito en todo; menos en destruir las bases fundamentales de nuestra
nación. Comenzando por la Economía. ¡Era de esperarse! A un dirigente sindical
que defiende al gremio político de sendero luminoso, no le interesará que
cuadren las finanzas públicas. Al contrario. Castillo buscará la bancarrota
nacional para ejercer su plan totalitario de cubanizarnos.
Van dos calificadoras de riesgo que disminuyen la calificación del Perú,
al borde de convertirnos en economía basura. ¡Y nadie protesta! Este pánico de
enfrentarse a un régimen pro senderista quedará grabado en la historia como que
millones de peruanos no se atrevieron a confrontar al atrabiliaro gobierno de
un inepto apellidado Castillo.
Según Carmen Reinhart, vicepresidenta del Banco Mundial, “El Perú se
encuentra en riesgo de caer en ‘estanflación’ (alta inflación, baja
recuperación -caída del PBI, y alto desempleo-).” Es evidente que estamos
pagando el costo de haber elegido a un sujeto incapaz de conducir
coherentemente el país. Un individuo avieso que nos lleva directo al desastre
mientras muchos peruanos ven, como idiotas, que a su país lo destruye un
comunista trajeado de maestro de nada.
¡Porque Castillo es un omiso por donde se le mire! Un iletrado que, como
el mismo lo ha reconocido, no tiene la más pálida idea de cómo se gobierna. Un
peligro al que la mayoría de este país lo encaja como zombies, en tanto su
nación se va al demonio.
Este “aprendizaje” que dice practicar Castillo nos costará primero la
quiebra nacional; y muy próximamente, el resurgimiento de tiempos atroces. Como
aquel sanguinario cuarto de siglo que acabó en 1992.
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