Seguimos acercándonos a la fecha asignada para realizar unas elecciones clave para el futuro del país, como es la designación de gobernadores y consejeros regionales; al igual que de alcaldes, regidores provinciales y distritales. ¡Y nadie protesta! Porque los integrantes del Jurado Nacional de Elecciones siguen siendo los mismos, presididos por un comunista llamado Jorge Luis Salas Arenas quien, con su doble voto, validó no sólo la postulación –presentada sin reunir todos los requisitos exigidos por ley– del hoy presidente Pedro Castillo, sino se negó a confrontar –con el padrón de Onpe– las actas cuestionadas por representantes de los partidos democráticos, que denunciaron serias irregularidades en aquel proceso.
¿Cómo es posible entonces, amables lectores, que sabiendo la calaña de
quiénes están a cargo del órgano electoral sigamos siendo tan irresponsables
permitiéndoles que se encarguen de una nueva elección igualmente de enorme
trascendencia para asegurar la vigencia democrática y el Estado de derecho?
¿Qué demonios le ocurre a la sociedad peruana, que ha perdido el sentido de
defensa de sus derechos constitucionales y cívicos?
Si no ejercemos nuestro rol ciudadano de manera muy enérgica y decidida,
¿qué esperar a futuro? ¿Qué el comunismo consiga su propósito de confiscar
nuestra nación? Resulta verdaderamente suicida confirmar un comportamiento tan
pusilánime, menguado y vergonzante de la población peruana, como el que viene
exhibiendo cada vez con mayor desinterés, deshonra e indecencia.
A pasos agigantados estamos perdiendo nuestro país, y apenas un puñado de
gente protesta, denuncia y enrostra la sinvergüencería, arrogancia con que
sigue avanzando a paso firme el régimen marxista/senderista que nominalmente
preside Pedro Castillo. No sólo se trata de defender nuestra nación de los
embates ideológicos de esa banda bolchevique que se ha enseñoreado
encaramándose en todos los espacios del Estado que pertenece a 32 millones de
peruanos.
El problema también es la calaña de gente que hoy controla el aparato
estatal. Sujetos sin la menor preparación, evidentemente seleccionados adrede
para establecer un régimen chicha, que dependa de los ucases de una cúpula
totalitaria. Como esta que encajan sentenciados por corrupción, incluso por
terrorismo, cuando no asesinato, violación y cuanto crimen imagine, amable
lector, cada cual más repugnante que el otro.
Ahí están los cerrones, bermejos y demás tipos absolutamente descalificados
para gobernar, que hacen y deshacen amparados en la desidia y estupidez de una
dirigencia política –y de un periodismo venal– que alientan cobardemente el
laissez faire, laissez passer, ante el demoledor avance de la chusma que se
apoderó del país, gracias a un sujeto apellidado Salas Arenas, cabeza del JNE.
Un individuo que se apresta a consolidar su cometido, administrando otras
elecciones clave para los objetivos del comunismo.
Hoy mismo el Congreso debe poner fin a tamaño atentado contra la inmensa
mayoría de peruanos, obligando a la Junta Nacional de Justicia (JNJ) a que
disponga el cambio de autoridades del Jurado Nacional de Elecciones a fin de
garantizar que los peruanos tengamos unos comicios regionales, provinciales y
distritales libres de la más mínima sospecha de fraude, absolutamente
despolitizados y ajenos a cualquier triquiñuela.
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