El 16 de marzo, el presidente Martín Vizcarra impuso
una cuarentena estricta en todo el país que se extenderá hasta el próximo 30 de
junio. El confinamiento incluye un toque de queda: ningún ciudadano puede
circular por las calles a la noche, y los domingos están obligados a permanecer
en sus hogares todo el día. Sin embargo, el país es el segundo más afectado de
Sudamérica, con 148,285 infectados y 4,230 muertos confirmados. Este viernes,
tras 75 días de aislamiento, registró un nuevo récord de contagios en 24 horas,
con 6,506 casos positivos.
Según apuntan los expertos médicos, la
irresponsabilidad del gobierno en materia sanitaria ha sido brutal. Si una
estrategia eficiente para combatir la pandemia se circunscribe a realizar
cuarentena, testear cuanto más se pueda a la población y aislar tanto a las
personas que den positivo como a quienes tuvieron contactos estrechos con los
infectados, eso no sucedió.
Perú no testeó ni aisló. Mucho menos controló los
contactos estrechos. El 90% de las pruebas que adquirieron fueron serológicas,
no PCR. Estas pruebas rápidas sólo detectan si el paciente está enfermo, no
hallan evidencia de Covid y tienen un alto índice de falsos negativos cuando
uno está infectado.
Ademas, es imposible fiarse de las cifras oficiales. El
último reporte del gobierno marca 4,230 fallecidos, pero los cementerios
contabilizan más de 9.500. Con los hospitales saturados, el mayor número de
decesos se registra en las casas y no en los sanatorios. Quienes mueren en los
hogares no entran en las estadísticas porque no reciben la prueba.
La pandemia arribó en aviones desde el extranjero y, en
un principio, la zona rural no sintió el impacto. Todo se centralizó en la
Capital. Al salir de las grandes ciudades, la informalidad económica es total,
pero la vida es más barata. Por eso, cuando la situación epidemiológica se
desmadró en el distrito más populoso, los ciudadanos comenzaron a regresar a
sus lugares de orígen. Según estiman los médicos, 500.000 personas habrían
vuelto a sus pueblos, ya infectados.
Finalmente, el 70% de los trabajadores habita en la
informalidad y necesita del empleo diario para sobrevivir. La mayoría de los
peruanos vive al día y el Ejecutivo apenas ha salido al rescate del 30% que
paga los impuestos. De acuerdo a un estudio de Ipsos, el 42% de los ciudadanos
perdió el trabajo o no está percibiendo ningún ingreso en medio del brote de
coronavirus. https://elcanciller.com/
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