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lunes, 30 de mayo de 2022

“POBRES VÍCTIMAS”


El viernes último, en uno de sus consejos de ministros descentralizados, el presidente Pedro Castillo ha aprovechado para victimizarse y asegurar que desde que empezó su gestión le han “dicho de todo”, con lo cual el mandatario deja en claro que sus palabras son guiadas por el más grande y exasperante cinismo, o que vive –aunque no lo creo– en una realidad paralela donde no se da cuenta de todo lo que sucede en el gobierno que en teoría encabeza para desgracia de los peruanos.

Tenemos por ejemplo el caso de su impresentable exministro de Transportes y Comunicaciones, Juan Silva, quien fue, en efecto, uno de los más criticados del gabinete desde que empezó la gestión del lápiz, hasta que en marzo último se vio obligado a renunciar minutos antes de que lo censuren y se vaya a su casa por la puerta falsa. A la luz de lo que hoy está confirmando el Ministerio Público, ¿no había acaso motivos para cuestionar la presencia de este sujeto en el Poder Ejecutivo?

Quizá el mandatario quería que los medios y la ciudadanía se coman en cuento del “profesor de sobrerito cándido y buena gente”, y se queden callados ante este personaje y otros que han contribuido a reforzar la idea de que estamos ante el peor gobierno de nuestra historia no solo por su probada incapacidad, sino por los monumentales indicios de corrupción que afloran por todos lados y que salpican incluso al mandatario, al extremo que ayer la Fiscalía de la Nación ha ampliado una investigación en su contra.

Este discurso de victimización también se lo escuchamos la semana pasada a la aún vicepresidenta Dina Boluarte, quien desde Davos, Suiza, salió a lamentarse de que “la derecha” no deja gobernar al presidente Castillo, como si su administración inepta y corrupta, plagada de Torres, Chávez, Silvas, Condoris, Pachecos, sobrinísimos prófugos, dinámicos y Cerrones palaciegos, fuera una maravilla caída del cielo para acabar con los grandes problemas que afectan a nuestro país.

El presidente Castillo y su precario régimen están contra las cuerdas y ellos lo saben muy bien. Sin embargo, nada podrán hacer con su ya agotado discurso de “pobrecitos” y de “víctimas”. Si no tienen cómo responder las graves acusaciones que hay en contra de muchos personajes del régimen, empezando por el propio mandatario que no da la cara a los medios y al país hace casi 100 días, mejor háganle un favor al país, váyanse a su casa y búsquense buenos abogados.

EL PAÍS ESTÁ COGOTEADO


La inacción del gobierno de Pedro Castillo ya se configura como un daño irreparable al país y uno de los rubros a los que mira con mayor desdén -a pesar de su extrema gravedad- es la inseguridad ciudadana, cuyos tentáculos se extienden por todo el territorio nacional ante los ojos de una Policía Nacional inerme y que el propio primer ministro, Aníbal Torres, ha bajoneado al calificarla de inútil (“siete policías no pueden detener a una persona”).

“No es tan fácil, no es una varita mágica solucionar los problemas del Perú”, respondió el nuevo ministro del Interior, Dimitri Senmache, al ser preguntado sobre su estrategia contra este flagelo. Si ese es su ánimo frente a la delincuencia común y el crimen organizado, lo que tendremos será más de lo mismo, o sea nada, en sintonía con la gestión de sus antecesores. Nunca hubo una voz fuerte, clara y enérgica contra el hampa en todas sus modalidades.

Y es que tampoco hay un liderazgo que devenga desde el jefe supremo de las Fuerzas Armadas y de la PNP, es decir del presidente de la República, quien, por ejemplo, no ha dicho esta boca es mía para exigir la captura de sus familiares y funcionarios comprometidos con la justicia. Lo único que le preocupa al profesor es tener policías a su alrededor para alejarse de la prensa y muchas veces hemos visto maltratos a los periodistas.

Por lo demás, el pueblo la tiene clara: según todas las encuestas, la prioridad número uno del gobierno debería ser la lucha contra la inseguridad y en puestos finales aparece el referéndum por la constitución de marras. Literalmente, el país está cogoteado, sin embargo, Castillo Terrones no se da por enterado.

 

lunes, 16 de mayo de 2022

ELLOS SABEN PARA QUIÉN TRABAJAN


“Ya sufrimos lo que significó el manejo estatal de las empresas: malos manejos, quiebras, endeudamiento e inflación descontrolada”.

Mientras la mamá intentaba explicar al niño de seis años lo que significaba democracia, este interrumpe para preguntarle si los niños también pueden votar. La respuesta fue que no, que tenían que cumplir 18 años para hacerlo, agregando en voz más baja: “aunque seguro hubieran votado mejor que los adultos”. El niño escuchó el comentario y de inmediato respondió: “¡Ah lo dices porque votaron por Pedro Castillo!”.

Una amiga, fan del deporte, hace la siguiente comparación: “Para dirigir a la selección de fútbol, buscamos al mejor entrenador: con liderazgo, conocimiento y experiencia reconocidos. Este, a su vez, convoca y evalúa a los mejores jugadores para armar al equipo. ¡No se contrató al profesor de educación física de una escuela primaria para darle la oportunidad de que aprendiera en el camino, convocando a sus amigos para jugar una pichanguita! Obviamente, no hemos tenido el mismo cuidado cuando elegimos al presidente ni a los congresistas”. Y los resultados los vimos desde que un hombre escondido bajo un sombrero (de día) y una gorra (de noche) convocó a su primer (segundo, tercer y, ¿en cuál vamos?) gabinete. Y las consecuencias de la incapacidad las sufre la población.

Es cierto que hoy la inflación es un fenómeno mundial, la guerra en Ucrania y las dificultades logísticas han aumentado los costos de producción, transporte y abastecimiento, que se trasladan al precio que pagan los consumidores. Pero, el bloqueo de carreteras que impide que los productos lleguen a los consumidores, el apoyo a huelgas que restan ingresos al turismo (uno de los sectores más golpeados en la pandemia) o la toma de minas reduciendo empleo, ingresos de dólares por exportación y de impuestos para que el Estado los destine a lo que tiene que hacer, son “fina cortesía” de un gobierno cuyo discurso incita a la desunión y, por tanto, la destrucción de una nación. Distinto a lo que pasa cuando Perú juega un partido y todos somos peruanos, ¿verdad?

Paradójicamente, ante estos problemas, ocasionados por la ineptitud del Estado, se sugiere el cambio de la Constitución, con la segura intención de desalentar la inversión privada y promover una mayor intervención del Estado en la economía. Un Estado que ni siquiera ha podido proveer aquello que ya le corresponde: brindar salud, educación, seguridad y justicia.

Ya sufrimos lo que significó el manejo estatal de las empresas: malos manejos, quiebras, endeudamiento e inflación descontrolada. Hablando en serio: ¿le confiarían a Cerrón y sus amigos siquiera el manejo de un puesto en el mercado?

miércoles, 4 de mayo de 2022

EL COSTO DE LA DEMAGOGIA


“Las calificadoras internacionales de riesgo hace rato que ya dieron la señal de alerta sobre el Perú y ayer se sumó el FMI”.

En los 90, el Perú sufrió para derrotar la inflación, que a fines de los 80 llegó a cifras astronómicas rompiendo récords mundiales. Años realmente pavorosos, y no solo para quienes los vivieron desde la carencia máxima. Sumada esa crisis económica al terrorismo y a la demagogia populista, pocas veces se vio al Perú tan cerca del apocalipsis.

Y gracias a una política económica sana y a pesar de los sobresaltos de las gestiones gubernamentales, se le logró mantener a raya durante décadas, conteniéndola dentro de los rangos meta establecidos por el BCR, de 1%-3% anual.

Ahora, sin embargo, vemos que el índice de precios al consumidor de los últimos 12 meses, hasta abril, ya se salió de control y se sitúa en 8.62%, la mayor marca en los últimos 10 años. Esto se traduce en un alza del precio de los productos y servicios, que, como ya sabemos, impacta directamente en los sectores más vulnerables del país.

A esa indeseable espiral nos está conduciendo este gobierno, que ni ata ni desata y, más bien, multiplica día a la día la incertidumbre al intentar imponer sus desfasados proyectos políticos y mantener tercamente al mismo mediocre e inútil equipo ministerial (ahora sabemos que Torres renunció el 5 de abril y Castillo le dejó sobrevivir y alargar la crisis hasta ahora).

Las calificadoras internacionales de riesgo hace rato que ya dieron la señal de alerta sobre el Perú y ayer se sumó el FMI, que pronosticó que las perspectivas económicas para nuestro país “están rodeadas de gran incertidumbre” y, por tanto, aumenta el riesgo de tener un menor crecimiento económico. Es decir, menos empleo, paralización de inversiones u obras públicas y costo de vida en ascenso.

Asimismo, sostiene el FMI que la inversión privada para 2022 podría verse empañada por esta incertidumbre política y por la conflictividad social. ¿Quién la genera y hasta la alienta? El Gobierno. Así, con la economía al garete y el dólar subiendo, el país vuelve a entrar en terreno de alta peligrosidad. La ciudadanía ya siente la pegada, cómo no.

Todo por obra y gracia de la tozudez de un mandatario alejado de la realidad, encapsulado en su propia burbuja de demagogia e incompetencia.