Si hubiera dignidad hace tiempos muchos alcaldes y gobernadores ya habrían renunciado, pero el poder seduce a muchos que sabiendo sus limitaciones e incapacidades llevan a una región al despeñadero.
En Cañete funciona la
oficina desconcentrada de la dirección regional de Trabajo, la que tiene como
función diseñar y ejecutar políticas, programas regionales y nacionales de
generación y mejora del empleo; a través de la promoción de oportunidades y
capacidades para la inserción laboral, prevención y solución de conflictos, y
mejora de las condiciones de trabajo de los habitantes de la región Lima,
específicamente en esa provincia.
Sin embargo, el local
permanece sucio y abandonado, sin agua potable, ni electricidad, ni internet, y
sobre todo con la ausencia de su jefe responsable Sandy Gómez Campos, quien
desempeña trabajo remoto desde su casa como si fuera persona vulnerable, siendo
una persona joven.
Obviamente, todos los
trabajadores de esta entidad cobran puntualmente sus sueldos sin trabajar, bajo
la atenta mirada del gobernador regional que no hace nada para remediar esta
triste situación, que malversaría los fondos del estado al pagar por trabajos
no realizados.
Esta es pues la
muestra más evidente de la falta de liderazgo e ingobernabilidad que se vive en
la región Lima, con un gobernador AUSENTE de la realidad, perjudicando a una
población que voto pensando que su destino cambiaría creyendo en el alucinado
slogan “Honestidad para crecer”; pero eso no es todo, regresamos porque la
paciencia es nuestra mejor virtud.
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