“Si Karelim López se decidiera hablar sobre los temas que se trataban –y ahora lo sabemos: lo que se negociaba– en la casa de Sarratea, las piezas de este vergonzoso dominó gubernamental caerían en cadena, una tras otra (...)”
Karelim López decidió
acogerse ayer a su derecho de guardar silencio y no contestar las preguntas que
le planteó la Comisión Investigadora, durante la sesión a la que fue convocada
en el Congreso para que respondiera sobre los encuentros nocturnos en la casa
de Sarratea, donde se presume que el presidente de la República despachaba
clandestinamente.
El argumento de su
abogado para explicar la negativa a colaborar fue que su cliente estaba siendo
investigada por el Ministerio Público.
Como se sabe, además
del tema Sarratea, la lobista es objeto de una pesquisa fiscal sobre una serie
de irregularidades en la adjudicación –poco después de su participación en los
cónclaves nocturnos en Breña– de una licitación pública para la construcción
del puente vehicular Tarata, sobre el río Huallaga, otorgado al consorcio que
ella asesoraba. La Contraloría confirmó que existían contundentes indicios de
corrupción en el millonario contrato que Provías del MTC le facilitó a la
empresa ganadora.
La maniobra legal
–parte de una estrategia política más amplia, a no dudarlo– apunta a proteger a
Pedro Castillo de los procesos que se le han abierto a raíz de la opacidad con
que ejerce su mandato, una petulante falta de transparencia y desprecio por las
instituciones democráticas que poco a poco se va explicando en los oscuros
negociados y gabinetes en la sombra que el periodismo independiente viene
sacando a la luz.
Pero lo cierto es que
los protagonistas, en las altas esferas del poder y del círculo íntimo
presidencial, aparecen en las imágenes cada vez más embarrados en actos
sospechosos y decisiones que ya no solo tienen que ver con la incompetencia y
total ausencia de cuadros medianamente calificados, tanto en Perú Libre como en
el entorno de Castillo.
Si Karelim López se
decidiera hablar sobre los temas que se trataban –y ahora lo sabemos: lo que se
negociaba– en la casa de Sarratea, las piezas de este vergonzoso dominó
gubernamental caerían en cadena, una tras otra, ya que su nombre ha saltado más
de una vez en distintos casos y denuncias que ahora la Fiscalía sigue de cerca.
Y, al contrario de lo
que piensan en Palacio, hablamos de una mordida de lengua que difícilmente
tendrá costo cero.
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