EL VALOR DE VALER

Ha sido una sorpresa de mal gusto la presentación del nuevo gabinete presidido por Héctor Valer, por cierto, congresista elegido por Renovación Popular, el partido de extrema derecha que lidera López Aliaga. Valer es conocido por haber desfilado desde la extrema derecha hasta la extrema izquierda en seis meses.

Además, no se hizo remilgos a la hora de juntarse con lo más rancio de los radicales de la izquierda, formando la nueva bancada del congresista Bermejo, con lo cual quedan acreditadas sus credenciales “democráticas” y su transfuguismo evidente.

Más allá de su postura política, que le reditúa beneficios, lo que deja en el tintero es la inestabilidad del personaje que, además, se vuelven reveladoras cuando en la entrevista televisiva, después de asumir el cargo, refrendó sus posiciones ortodoxas, que ya se conocían, como su pretensión de tumbarse la reforma de transporte, ser un auspicioso impulsor de la contrarreforma de la educación universitaria y, lo más grave, su aversión hacia las políticas de la educación con enfoque de género.

Es ahí donde se genera una paradoja con el sector de Nuevo Perú, que ahora deberán de asumir todas las consecuencias de un apoyo incondicional, puesto que el presidente Castillo ha dado un giro completo con este gabinete ortodoxo, que no va a dudar en tumbarse las políticas públicas inclusivas que tanto nos ha costado sensibilizar en la clase política y en la sociedad.

No es solo sus devociones religiosas por el Opus Dei –se respeta, porque todavía estamos en una sociedad laica– y sus preferencias con los colectivos como el de Con mis Hijos No te Metas, sino sus antecedentes personales que lo condenan, al ser un agresor de las mujeres de su propia familia, como ha sido expuesto con las denuncias de maltrato y violencia contra la mujer.

¿Adónde nos va a llevar presidente Castillo con semejantes personajes a quienes delega las responsabilidades de la conducción de las principales políticas públicas? Esto ya es insostenible.