Las elecciones del
2018 serán la primera ocasión que se aplique una ley que prohíbe la reelección
inmediata de estas autoridades como una forma de evitar la corrupción.
“Ser alcalde en el
Perú es un gran negocio”, dijo en agosto pasado el actual contralor, Nelson
Shack. El problema, explicó, se debe a que no hay suficiente supervisión, ya
que la Contraloría solo tiene presencia en el 8% de las municipalidades
distritales del país. “Tienen la cancha libre para hacer lo que quieren con el
dinero público”, advirtió.
Pero los alcaldes
distritales sinvergüenzas que no pueden reelegirse han encontrado otra forma
eficaz de seguir viviendo del pueblo: POSTULARSE A LA PROVINCIAL.
Es decir NO QUIEREN
DEJAR LA MAMADERA. Hay alcaldes distritales como el de HUALMAY- HUAURA que
tiene 12 años desempeñando ese cargo. Con decenas de millones de soles mal
administrados en perjuicio de sus vecinos y con obras mal hechas que hasta la
fecha no pueden ser entregadas ni recepcionadas por decenas de observaciones
insalvables.
¿Y Contraloría de
la República? No existe, como se dice arriba: solo tiene presencia en 8 % del
100 % de municipalidades.
Todo indica que
para la Elecciones del 2018, las normas y procedimientos continuarán en
igualdad de condiciones que en las Elecciones pasadas. No existe voluntad
política de cambio. Los corruptos se protegen entre ellos y se encuentran en
todos los niveles del aparato estatal y privado. Es un cáncer que se ha
ramificado hasta llegar a ser aceptado y tolerado por el ciudadano común y
corriente.
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