Analicemos lo que ha ocurrido en el Perú para que su sociedad se suicide votando por el comunismo. Tanto en primera vuelta, como en el repechaje de junio. Para empezar, existe la presunción de que el partido Perú Libre fraguó -de manera masiva, aunque acotada a determinadas provincias- incontables actas en mesa. A continuación, hay suspicacia de que el golpe de Estado perpetrado por Martín Vizcarra -en connivencia con el Tribunal Constitucional- fue para secuestrar el sistema de Justicia.
Todo arrancó con un
montaje orquestado por el IDL -en complicidad con los medios vendidos al
régimen Vizcarra, a cambio de publicidad estatal- para destripar al Consejo
Nacional de la Magistratura, la Corte Suprema y el Ministerio Público. En su
lugar, Vizcarra creó la esperpéntica Junta Nacional de Justicia con el encargo
de designar a los jueces, los fiscales y el presidente del Jurado Nacional de
Elecciones. ¡Con ello, más un Tribunal Constitucional TC pro izquierdista,
Vizcarra controlaba el país!
El TC lo integran siete tribunos; cuatro
socialistas –hacen mayoría- con nombramiento vencido, apalabrados por Vizcarra
asegurándoles su inamovibilidad. Al extremo que dio el golpe de Estado en
setiembre 2019 para evitar que el Congreso nombrase nuevos tribunos. Vizcarra y
su cohorte rosada –los caviares- aseguraban así la fórmula para someter al
Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Allí surge la judicialización de la política
y la politización de la Justicia. Un tectónico círculo vicioso idóneo para el
proceso electoral del bicentenario.
Vizcarra despidió
miserablemente al ex presidente de la Suprema, Duberlí Rodríguez, y al entonces
fiscal de la Nación, Pedro Chávarry. Así, Vizcarra consiguiría armar una
organización criminal para ejecutar unas elecciones dolosas que le dieran el
triunfo a la izquierda, con la que él comulga. En el camino lo defenestró el
Congreso que él hizo elegir. Aunque sus compinches permanecieron en el sistema
de Justicia y el JNE.
Este último
incompleto, con un presidente comunista, defensor y liberador de terroristas
que indebidamente se arrogó el doble voto, convirtiéndose en facilitador del
fraude para favorecer a Perú Libre, cuyo líder simpatiza con el currículum del
rojo Salas Arenas.
Faltaba un elemento.
¡Exacerbar al ciudadano para que vote por la izquierda! Vizcarra y Sagasti,
ambos socialistas, se encargaron del asunto. Abandonaron exprofesamente a la
sociedad durante la pandemia. Se negaron a adquirir pruebas moleculares, camas
UCI, respiradores mecánicos, plantas de oxígeno, etc.
Aparte, demoraron año
y medio la compra de vacunas. Y por último, importaron las chinas, más caras y
sin exhibir las comprobaciones de eficacia a nivel mundial. ¿Consecuencia?
220,000 muertos hasta hoy. El país con más fallecidos por habitantes; miles de
familias de luto y endeudadas; la economía nacional desecha; la juventud perdió
un año de estudios, etc. Una nación desecha.
¡El pueblo ardió de
indignación! ¡El ambiente idóneo para elegir un gobierno vengativo, comunista!
Entre tanto, Vizcarra y Sagasti le endosaban sus crímenes a la “derecha
fujimorista”. Ambos sujetos actuaron en complicidad para irritar al ciudadano,
induciéndolo a votar por el comunismo. Par de tipejos que, encima, recibirán
pensión vitalicia de usted, amable lector.
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