Manuel Rubén Abimael Guzmán Reinoso, “camarada Gonzalo”, murió un día antes del aniversario de su captura. El fundador del Partido Comunista del Perú “Sendero Luminoso”, inició una cruel guerra contra el Estado peruano, (no contra algún gobierno usurpador) desde finales de la década de los 70, con la finalidad de tomar el poder. Fue un terrorista, un asesino y como tal, fue condenado a cadena perpetua. Abimael Guzmán, promovió el “pensamiento Gonzalo”, un conjunto de ideas marxistas-leninistas-maoístas que pretendió imponer con sangre en el Perú.
El abyecto proyecto
político de este personaje, que arrastró en su mesiánica ideología a otros,
preparaba la insurrección violenta como labor de largo plazo. Su actuación puso
en peligro al Estado peruano y fue justamente el Estado el que tomo la
responsabilidad política, constitucional y legal de reprimir, juzgar y
sancionar a estos criminales que violaron sistemáticamente los derechos humanos
que causaron más de 80 mil víctimas en todos los rincones del país.
Los actos de
violencia perpetrados por las células terroristas, contra la vida y la libertad
de los ciudadanos, fueron ejecutados de manera sistemática y programada, con el
fin de crear zozobra, inseguridad y pánico en la población y someter el orden
Constitucional y la organización jurídica democrática.
En el Perú, no hubo
un conflicto interno. Hubo acciones criminales de un grupo de violentos contra
el Estado constitucional. Hubo la implantación del terror, la muerte y la
destrucción como camino a la toma del poder. Los crímenes cometidos por el
cabecilla Guzmán y sus huestes, no son delitos comunes, son crímenes de lesa
humanidad y así quedara registrado en los anales de nuestra historia
republicana.
Seamos claros, ayer se
fue el mayor líder genocida que registra la historia del Perú y con ello,
esperemos se cierre el capítulo más nefasto de nuestros días. En respeto a la
memoria de los miles de asesinados, ha muerto un criminal, un mal peruano, y
esperemos que se lleve en el ataúd su macabra ideología. Si hay un lugar peor
que el infierno, allí seguramente llegará. Estemos alertas ante cualquier
embate a la “resurrección” de este nefasto pensamiento marxista-leninista que
ya causó una tremenda herida en nuestro país y actuemos, con rapidez, para
cerrarle el paso y mantener vigentes nuestros derechos, nuestra libertad y
nuestra Nación.
Charles Chaplin decía
que el tiempo es el mejor autor y siempre, encuentra el final perfecto. Se
cerró la cortina de este criminal, con un final perfecto: sin aplausos, en
repudio y en eterna soledad. ¡Terrorismo nunca más!
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