El domingo, se anticipaba que algo sospechoso se cocinaba en el clan Castillo, alrededor a un sujeto llamado Daniel Salaverry. Veamos de quién se trata. Fue regidor aprista en Trujillo. Estuvo vinculado al exsecretario fujimorista Joaquín Ramírez, investigado por la DEA por narcotráfico. Después fue asalariado de Keiko, a quien traicionó. Posteriormente se sometería al miserable Vizcarra, verdugo que clausuró el Parlamento al cual él perteneció. Por cierto, tras ser investigado en el Congreso por malversar gastos de representación -falsamente los pasó como realizados durante visitas a La Libertad, región que representaba como legislador- renunció al partido que lo llevase al Legislativo al que, además, había servido como afiebrado vocero, quizá apelando a la vocecita de tiple que se maneja. Desde entonces, Salaverry se volvería una veleta politiquera. Aspiró sin éxito a presidir el Perú. Primero por Restauración Nacional, partido de Humberto Lay. Luego pretendió formar su propio grupo, Perú Firme, fracasando en el intento. Finalmente postuló a la presidencia de la República por Somos Perú, teniendo como candidato a parlamentario nada menos que al investigado por corrupción Martín Vizcarra.
Tras naufragar en
este nuevo intento y sabido el cuestionado resultado electoral, no tuvo
vergüenza en arrimarse al comunismo/senderismo, sirviendo de portero al partido
Perú Libre al instalarse en el frontis de la casa de citas del jirón Sarratea
adonde ya despacha el hombrecito del sombrero. Posteriormente fue el
alcanzarrejones del virtual presidente Castillo. Primero como vocero personal y
luego dizque reclutando ministros. Pero acabó vergonzosamente desembarcado,
como suele ocurrirle a esta clase de sujetos.
Salaverry tiene la
personalidad ideal para ocupar el cargo en Perupetro. Primero, carece de
moralidad, vista su actuación como legislador envuelto en un desfalco del cual
nunca supo explicar razones. Segundo, le falta pundonor. Porque Salaverry,
siendo candidato presidencial, aceptó ser súbdito de un imputado por corrupción
como Vizcarra, quien apenas postulaba a parlamentario por Somos Perú. Es decir,
Vizcarra acaparó la campaña por ese partido, siendo simple pretendiente a
congresista; mientras Salaverry quedaba relegado a segundo plano siendo
candidato a presidente.
Por último, Salaverry
no tiene la menor idea sobre lo que es el sector hidrocarburos, de manera que
será manipulado por los asesores que designe el régimen Castillo para que
ejecute todas las indicaciones que le dictan desde la cúpula totalitaria. Hay
más. Perupetro, amable lector, no sólo tendrá a su cargo la negociación con un
poderosísimo consorcio trasnacional. Cuidado nomás, que allí se negociarán
cientos, sino miles, de millones dólares; y que alguien sin ética sirva de
lavandero de activos para un gobierno, donde la corrupción sigue conquistando
espacios cada día más prominentes bajo la sombra marxista que emana Pedro
Castillo. Por cierto, la idea de Castillo es que Perú regrese a perforar pozos
petroleros, para lo cual Perupetro mantiene la exclusiva representación del
Estado. ¡Es decir, Salaverry tendrá a su cargo tamaña perita en dulce! Un
atentado más promovido por el nefasto presidente Castillo. Uno que, como los
demás, huele a podredumbre. Basta de engañifas, amable lector. Vacancia para
este gobernante trajeado de maestrito honesto.
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