La epidemia y pandemia del COVID-19
constituyen una urgencia de salud pública sin precedentes. La respuesta del
Gobierno Central fue decretar estado de emergencia nacional y aislamiento
social obligatorio, con el objetivo de reducir la exposición y trasmisión del
Coronavirus.
Asimismo, asignó fondos económicos
para todos los hospitales del país, considerando que los médicos y los
trabajadores de la salud son el recurso más valioso de cada país, esto debido a
que los médicos y trabajadores de la salud laboran en los hospitales, clínicas
y centros de salud, poniéndose en alto riesgo del COVID-19.
A medida que la pandemia se acelera,
el acceso al equipo de protección personal (EPP) para los trabajadores de la
salud es una preocupación clave, y por eso los directores de los hospitales
deben de proveer no solo de EPPs de calidad, sino de cambios diarios.
Pero eso no estaría sucediendo en el
hospital Rezola de Cañete, en donde según las fotos que adjuntamos se reparten
mascarillas que al menor contacto se rompen, presumiendo que las compras
realizadas son de mala calidad.
Este presunto festín en las
adquisiciones de EPP, ponen en peligro la salud de los médicos, enfermeras y
técnicas, quienes arriesgan sus vidas en el Coliseo Lolo Fernández, en el
Hospital Temporal del Proyecto Legado, y en el mismo hospital Rezola.
Es oportuno que el gobernador
regional Ricardo Chavarría tome en cuenta que no solo se trata de designar a
profesionales “honestos” para cargos directivos, sino que estos deben ser
humanos y sobre todo con capacidad administrativa, algo que adolecen casi todos
los directores de las diferentes redes de salud de la región.
Pero eso no esto, lo que viene si
será peor que el desastre de Chernobyl, porque la paciencia es nuestra mejor
virtud.
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