César Acuña,
alcalde de Trujillo y dueño del partido Alianza para el Progreso desnuda sus
propósitos en un extenso vídeo ante sus operadores. El objetivo del señor Acuña
es tanto conocido (ser Presidente de la República) sin embargo la estrategia
que expone revela en sí el verdadero
rostro de la política y el poder en el Perú. Ese otro populismo de los espacios
locales del que poco se toca y casi nada se escribe.
Probablemente Acuña
no vaya preso y tampoco sea vacado de su cargo. A decir verdades el Poder
Judicial o el Ministerio Público, además de medios de comunicación y
periodistas, se pueden prestar a su causa. Rosa María Palacios, por ejemplo, ha
dicho que Acuña puede hacer lo que quiera con su plata y no con la del estado,
sin embargo debería señalar que la política de baja intensidad, esa de creer
que los votos se ganan con kilos de azúcar y arroz (una fina forma de
coaccionar) no solo es deplorable sino que configura delito según el Jurado
Nacional de Elecciones.
Con la
descentralización ha resurgido, y con fuerza, el patrimonialismo en espacios
locales de poder. Los ejemplos sobran y son a diario. Ahora los presidentes
regiones y alcaldes se han vuelto en señores feudales y pequeños tiranuelos- micros
capaces de manipular a través de obra pública. Los proyectos y programas son
creados y gestionados con el único fin de tener y extender un amplio colchón de
clientelaje político para asegurar la permanencia en el poder. Ese margen de
maniobra del que ahora se goza en estos pequeños espacios de gobierno son
apenas avizorados por la prensa nacional, politólogos o cientistas sociales en
la configuración y diseño de una democracia sostenible en el Perú. Si el poder
viene de abajo hacia arriba, entonces el diseño y uso de este poder está
llevando a la quiebra al estado - nacional.
Pero un tema aparte
es que no existe democracia sin partidos políticos nacionales. Pensar que la
fiscalización o el monitoreo de eficiencia y honestidad del gasto público pueda
recaer en la “sociedad civil” es seguir creyendo que la garantía para la
democracia es solo la “participación” y que los organismos no gubernamentales
(ONG) son cambiables por los partidos políticos, acaso los únicos canales de transmisión
de intereses, necesidades y demandas entre el Estado y la Sociedad. Un aspecto
fundamental como la falta de cuadros, o programa o lineamientos políticos hacen
que estos partidos políticos sean rechazados por movimientos independientes
regionales más afines a los intereses o
prebendas de los operadores locales.
¿Hay una forma de
acabar con el patrimonialismo y el mesianismo de estos nuevos caudillos micro –
locales? Aparentemente la política no está dando respuestas. La otra orilla es
el tecnicismo. Desde el Ministerio de Economía y Finanzas y el Ceplan se ha
intentado hacer un “alineamiento estratégico” de políticas prioritarias desde
abajo hacia arriba y viceversa. Sin embargo, esto no funciona porque a menudo
estos caudillos locales apenas si tienen noción de cómo se debe gestionar y
gerenciar el estado – local. El presupuesto por resultados es una invención
reciente y requiere de experiencia y de ensayo - error. La independencia que le da la ley añade la
cuota de lo increíble: estos caudillos eligen funcionarios según sus órdenes y
ambiciones, la corrupción por tanto,
campea en estos limitados espacios de
poder.
Hace algunas
semanas el gobierno Humala – Heredia hizo un amague hacia la gran
transformación con la posible compra de Repsol. Los partidos políticos,
periodistas y la sociedad civil liberaron energías ante una vuelta a las ideas
progenitoras. El chavismo populista asomaba el país. Desde luego el impulso de
la economía de mercado hacía el progreso y desarrollo no acaba con defender el
modelo con valentía si es que no hay una profundización de reformas hacía una
democracia con independencia de poderes, con instituciones, respeto a la
libertad y a la propiedad pero también con partidos políticos sólidos capaces
de extenderse a lo largo y ancho de la patria.
Pta. Escribo todo
esto y no dejo de pensar en Javier Alvarado y su gestión en el gobierno
regional de Lima. Sus programas educativos y sociales tienen como único objetivo (como el común de los
caudillos locales) generar clientelaje en bases sociales a través de las
estrategias populistas y facilistas. Por Javier Iván Arenas
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