La legislación
electoral vigente prohíbe la reelección inmediata de gobernadores regionales y
alcaldes. Sin embargo, como una forma de burlar a la normatividad, varios
alcaldes ahora postulan a cargos similares por otras provincias y distritos.
Y aunque se justifican
con el principio constitucional de “elegir y ser elegidos”, no es nada más que
una viveza inmoral financiada con dinero de todos los peruanos. ¿O acaso
alguien duda que esos alcalde que postulan en otra jurisdicción como
“candidatos a alcaldes o regidores” no usan el dinero del pueblo para sus
ambiciones electorales?
Llama la atención la
ingenuidad con la que siempre se ha abordado el tema de la reelección. La
reelección no es un medio en sí mismo, sino uno de los elementos para hacer del
voto ciudadano un instrumento de control del poder. Aun así persisten en la
reelección, pero en las condiciones actuales tiene un efecto contrario.
Señalar que la
reelección empoderará a los ciudadanos y hará que las “cosas buenas” continúen
es una falacia. La equidad en la contienda será la primera baja. La reelección
lleva a romper con la responsabilidad colectiva implícita en el voto
consciente. El reeleccionismo camuflado es el medio principal que están
utilizando ahora los caudillos populistas y alcaldes corruptos para perpetuarse
en el poder.
Pero reelección es
reelección y en cualquier caso viola el principio esencialmente democrático de
la alternabilidad en el poder.
Finalmente, los
ciudadanos de la región Lima tenemos la obligación moral de determinar el
destino de nuestras familias, sabiendo que hay alcaldes que buscan no solo
perpetuarse en el poder a través de vientres de alquiler o suyos propios, sino
la impunidad para tantísimos casos de corrupción y el continuismo de la marginación
a los profesionales y de obras sobre valoradas e inconclusas entregadas a una
élite de empresarios amigos de estos corruptos. Usted decide.
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