Se sabe que cuando
se observa un gran despliegue publicitario para defender a una autoridad, es
porque la procesión va por dentro. Es parte del subconsciente, que no
encuentran la forma de esconder su incapacidad producto de los graves
escándalos.
Dice el viejo
dicho, ‘el que no la debe no la teme’, y esto parece caerle como anillo al dedo
al alcalde provincial de Huaura Eddie Jara. Los diversos cuestionamientos de
intromisión del yerno en su gestión, denunciado a través de algunos audios en
donde también se escucha que se pagaron coimas a funcionarios ediles para la
autorización de la ‘feria de San Pedro’, ponen en salmuera su labor.
Y es que por más
esfuerzo que se haga en distraer a la opinión pública culpando de todo a la
presunta ‘estafadora y coimera’, solo evidencia la desesperación por evitar el
repudio de los huachanos. No basta con decir que estos son ilegales, editados o
ser parte de una campaña contra él. La política de victimización empleada por
Fujimori con éxito en los ’90, ya no da frutos ahora en pleno siglo 21.
Eddie Jara sabe que
luego de todo este escándalo ha quedado ‘chamuscado’, y que llamar chantajistas
y extorsionadores a los denunciantes, solo aviva la llama del rechazo a su
gestión. Ese vieja táctica montesinista ya no funciona y parece que nadie le ha
dicho.
Esta será la
festividad más cuestionada en comparación a otros años. Cientos de personas
estafadas por la supuesta estafadora, empañará toda celebración. Si a eso le
sumamos el escándalo del alquiler de la explanada de la ‘playa chorrillos’ por
parte del GORE, esto ya salió fuera de control y es un desborde playero, peor
que un tsunami.
Este alcalde
resultó un fiasco, la intromisión familiar oída en los audios, los proveedores
de siempre, el escándalo de la fiesta de ‘San Pedro’, entre otros, lo ponen en
el cadalso de los fracasados, y eso que recién falta muchos años.
Y es que una cosa
es con cajón y otro con guitarra. Sigan invirtiendo dinero del pueblo en
mermelada, subestimando la inteligencia de los huachanos. La paciencia es
nuestra mejor virtud.
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