Desde el siglo XIX políticos del mundo entero han recurrido a estrategias populistas para acercarse a la ciudadanía. Sin importarles la verdad, han dividido a sus propios pueblos. Estas prácticas las hemos visto en los discursos de Hugo Chávez en Venezuela, pasando por Rafael Correa en Ecuador, el gobierno kirchnerista y Evo Morales en Bolivia. Lamentablemente, el uso de la demagogia y el populismo suelen ser recurrentes en América Latina y desgraciadamente en nuestro país.
El 6 de octubre el
presidente Castillo anunció desde el Cusco la segunda reforma agraria y este
fue parte de su discurso: “Basta de maltratar al agricultor peruano, al
campesino. Queridos agricultores, hoy vamos a impulsar y abrir las puertas a
los agricultores para que, a través de sus verdaderos gremios, saque de la
pobreza a todos nuestros hermanos y hermanas del campo”. Si analizamos el
contexto, ¿lo dicho por el presidente Castillo podría ser demagogia o populismo?
El populismo y la
demagogia se han caracterizado por ser herramientas utilizadas por los
políticos del mundo, por para seducir a la población y así ganar su simpatía.
Conozca en este reportaje cuáles son sus diferencias y cómo son usadas.
Carlos Meléndez,
politólogo de carrera, explica que “el populismo tiene una estructura en tanto
divide a la sociedad. Cuando encontramos ejemplos de discurso populista de
izquierda, que es el que tenemos en el caso del gobierno de Pedro Castillo, se
da una división del pueblo provinciano, oriundo del interior del país,
enfrentado a la oligarquía limeña, a los poderosos dueños del modelo
económico”.
Sigamos analizando.
En la segunda vuelta electoral, Pedro Castillo ya usaba una de estas prácticas:
la división. “Es una competencia entre los ricos y los pobres, entre la
opulencia y el mendigo Lázaro. Una lucha entre el patrón y el peón”, dijo a la
prensa antes del día en que se enfrentó en las urnas a Keiko Fujimori.
Hace 20 años que el
populismo campea en América Latina. Nuestros vecinos ya vivieron o todavía
están viviendo lo que los peruanos, lamentablemente, estamos viviendo hoy. A
diferencia del populismo, la demagogia tiene otros componentes. El politólogo
Carlos Meléndez nos hace ver la diferencia.
“La demagogia, en
realidad, no tiene por qué tener una connotación con el populismo. La demagogia
es un floro barato que puede ser populista, tecnocrático, socialdemócrata,
neoliberal. La demagogia no tiene una connotación ideológica; la demagogia está
ligada a promesas que no se pueden cumplir”, señala. Es decir, la demagogia
está ligada a la mentira.
Guido Bellido dijo,
en su último discurso como premier, que tiene que darse la renegociación de los
contratos del gas para que así llegue más barato a los hogares. “El gas de
Camisea tiene que ser para los peruanos. Los recursos de todo el Perú no pueden
seguir en manos privadas en perjuicio del pueblo. Necesitamos que los que menos
tienen tengan acceso al gas”.
Meléndez analiza el
corte de la propuesta de Bellido. “Eso es demagogia socialista de izquierda. El
discurso populista tiende a exagerar la división de la sociedad y, al momento
de hacerlo, puede jugar con la veracidad de lo que está diciendo y allí puede
convertirse en demagogia”, replica.
Carlos Hakansson,
abogado constitucionalista, da algunos de estos ejemplos. “Correa en su tiempo
fue bastante populista. Recuerdo el tema del fenómeno de El Niño. En Ecuador
llueve igual que en Perú. Las soluciones para Ecuador no eran tan demagógicas
pero sí eran muy populistas: jugaban con la parte emocional de la gente. En
Argentina, el kirchnerismo plantea también temas relativos a los ricos y
pobres, pero sus medidas para solucionar son demagógicas. Por ejemplo, el tema de
la carne, quieren una seguridad alimentaria y resulta que los ganaderos se han
quedado con un montón de ganado que ahora les sobra y tienen que gastar más
para alimentarlo. Entonces se encarece todo”, señala.
El gobierno de Pedro
Castillo sigue insistiendo en esta práctica. “Este es el gobierno que se va a
comprar el pleito para tener acceso a las universidades empezando por Chota”,
dijo en su último viaje a Cajamarca, lo que generó una expectativa difícil de
concretar.
Analice y compare
cada una de estas propuestas, identifique si se ajustan a la verdad o generan
división, saque usted sus propias conclusiones.
TENGA EN
CUENTA:
-Aristóteles en su
libro La Política: “La demagogia es una degradación de la democracia. Un
demagogo es un “adulador del pueblo”.
-En el 2005, el
filósofo argentino Ernesto Laclau publicó “La razón populista”. En esta obra,
explica que el populismo surge en momentos de crisis institucional, en el que
la república colapsa por demandas insatisfechas en la población y los políticos
suelen aprovecharse del descontento.
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