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domingo, 10 de octubre de 2021

EL PERDÓN


De acuerdo con la Real Academia Española, la palabra perdón/perdonar proviene del vocablo latino “per” que significa dejar pasar y “donare” que significa donación o regalo; por lo tanto, podríamos definir el perdón como el dejar pasar una ofensa o regalar a otro la indulgencia y el dejar ir alguna acción que haya podido causar algún daño, dolor o aflicción, por intereses superiores como la paz y la tranquilidad interior. El que perdona es indulgente, comprensivo hacia el error del otro, aunque sin duda hay diferentes tamaños de daños que son más difíciles de digerir. El perdón puede ser concedido o puede ser solicitado.

Todas las creencias religiosas en el mundo promueven, de una forma u otra, el perdón. El budismo, por ejemplo, promueve la práctica del perdón para evitar pensamientos y emociones que puedan resultar dañinas y que alteren la paz interior. Si no perdonamos, acumulamos sentimientos de rencor y odio que lastiman el karma y producen consecuencias negativas en el propio.

En el mundo católico, hay distintos pasajes bíblicos que estimulan a las personas a perdonar a otros por las ofensas hacia nosotros y también a pedir perdón por las propias. “El perdón cae como lluvia suave desde el cielo a la tierra. Es dos veces bendito; bendice al que lo da y al que lo recibe”, decía William Shakespeare. “Los débiles nunca pueden perdonar. El perdonar es el atributo de los fuertes”, decía Mahatma Gandhi.

Me tomo mucho tiempo entender lo que significa el perdón. Seguramente, al igual que muchos de ustedes, me pregunte muchísimas veces como podía olvidar y dejar ir, perdonar, a alguien que eligió hacerme daño y como podía lograr que aquel a quien yo misma ofendí o dañe, pudiera liberarme de esa culpa.

Pero después de largas reflexiones, llegue a la conclusión de que perdonar no se trata de aceptar el pedido de perdón de quien te ofendió, sino que se trata de dejar ir y evitar que el sentimiento de rencor dañe tu propia vida. El perdón no cambia ciertamente el pasado, pero le da un gran sentido y una gran oportunidad al futuro. Aprendí que, cuando algo malo nos sucede, tenemos opciones diversas que elegir: dejar que ello nos hiera, dejar que nos destruya o dejar que nos fortalezca. Perdóname, que yo también te perdonare: Resolvamos, constructivamente, las penas y cicatrices del pasado; nuestra vida finita, egoísta, vulnerable y frágil, siempre lo agradecerá.

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