¡El comunismo –en concreto, Cuba y Venezuela- ya canta victoria electoral en el Perú! ¡Nos están robando el país! ¿Estamos dispuestos a perderlo? ¿A dejar que ocurra una intromisión foránea para convertirnos en país miserable; sin libertades; arruinado; sin posibilidad de vuelta atrás, siendo conscientes de que el comunismo una vez instalado en el poder no lo deja más? ¿Es eso posible? ¿No fue suficiente permitir que el Jurado Nacional de Elecciones permitiese que el partido Perú Libre, patente de un individuo condenado por corrupción que además mantiene vínculos con sendero luminoso, haya permitido que se inscriba como plataforma electoral del candidato Castillo?
Como comentábamos
ayer, estamos en manos de cuatro gatos –los cuatro miembros de un incompleto
(adrede) Jurado Nacional de Elecciones JNE- porque la izquierda nacional se
negó a aceptar el triunfo del jurista Javier Villa Stein, quien resultó elegido
Decano del Colegio de Abogados de Lima, con derecho a voto dentro del JNE.
Desde entonces este ente estatal -que decidirá el futuro de la nación- viene
sesionando con una directiva incompleta.
Encima, su presidente
-comunista y defensor de terroristas, para vergüenza de la patria- ejerce
indiscriminadamente la abusiva facultad del doble voto, en medio de una
elección adonde uno de dos contendores –Castillo- representa precisamente a un
partido político que busca imponer un régimen comunista, afín a los intereses
de sendero luminoso; y el otro, Fujimori, la vigencia del sistema democrático y
el Estado de Derecho. Por esto último votaron mayoritariamente los peruanos en
la primera vuelta de este cuestionado proceso.
Por eso tampoco
debemos permitir que la cúpula del Estado –en gran medida afín a gobernantes
funestos como Humala, PPK, Toledo, Vizcarra, Sagasti, a quienes deben el
puesto- respalde al JNE, retorciendo la secuela de esta elección para
determinar que el Perú ingrese (para no salir) a la órbita bolivariana marxista,
como lo precisa el (único) programa de gobierno que presentó Pedro Castillo al
Jurado al plantear su postulación.
Esto confirma,
además, que los “observadores” -como esa oenegé Transparencia- son cómplices de
la camorra comunista enquistada en nuestro Estado, que ha organizado un proceso
electoral pleno de flecos. Tanto que permite se le estafe al país al carecer de
control eficaz para evitar la manipulación de los votos.
Y encima, fomenta el
fraude posibilitando que un Jurado electoral incompleto, con un presidente como
hemos dicho sin credenciales de confiabilidad para dirimir en última instancia,
justifique su errado accionar apelando a burócratas que fungen de “fiscales y
jueces electorales”, quienes finalmente elevarán sus “fallos” al Jurado
Nacional que, repetimos, está integrado por cuatro gatos presididos por el
polémico juez Salas Arenas, quien sin argumento válido ejerce un doble voto.
Resulta temerario que
cuatro burócratas designados a dedo por autoridades discutibles tengan el poder
para decidir por 32 millones de peruanos si el Perú acabará siendo, o no, una
nación comunista. Ello es algo que supera toda lógica.
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