Violando la Carta y la norma, en plena crisis nacional Sagasti maniobró, sin éxito, para conseguir que Keiko Fujimori “desista de reclamar” la votación que recibiera, y que el comunismo maniobró para desnaturalizarla.
Aunque Dios sabe cuántas otras tretas siga articulando Sagasti para
consolidarle el triunfo a Castillo, en este fallido proceso electoral convocado
por él en forma empírica e irresponsable. En medio de una crisis moral y
socioeconómica -además de sanitaria y política- sin parangón alguno, ocurre que
el lunes Sagasti modificó el reglamento de la ley de la Carrera Policial
sumándole otras ocho causales para pases al retiro en esta de por sí maltratada
institución tutelar. Afecta desde capitanes a tenientes generales.
Tamaña amenaza la impone Sagasti en uno de los tiempos más álgidos por
los que ha pasado nuestra nación, descuidando -¿adrede?- la seguridad ciudadana
amenazada por una tormentosa crispación social producto de unas impresentables
elecciones que quizá incendien calles y plazas por el malestar popular que han
creado.
Igual fue en setiembre 2020, cuando se selló la justa destitución del
miserable Vizcarra. Entonces los caviares –¿Sagasti fungió de operador tras
bambalinas?- movilizaron a decenas de miles de jóvenes para delatar un “golpe”
del Congreso. Alzamiento que devino en sucesivas, sangrientas asonadas
impulsadas desde el partido político morado –alma mater del ahora presidente
transitorio Sagasti- con el vergonzoso respaldo de La República, El Comercio,
canal 4, canal, 8, canal 2 y RPP, que transmitían 24 horas del día aquello que
denominaban la “protesta popular contra el espurio presidente Manuel Merino”.
La revuelta tan sólo acabaría cuando los caviares -y su prensa
corrompida- consiguieron el ansiado muertito, lo que motivó la renuncia de
Manuel Merino. Pero, entonces, apoyados por la casta caviar -defensora de un
corrupto como Martín Vizcarra- los revoltosos la emprendieron contra la Policía
Nacional acusándola de violentista y violadora de derechos humanos.
Hasta ahora no aparece un solo fundamento de que las balas que mataron a
aquellos dos revoltosos proviniesen de la Policía. Habrían sido descargadas más
bien por la turba violentista. Inclusive indirectamente azuzada por un Sagasti
parapetado detrás de las paredes del Parlamento, impulsando la renuncia de un
acorralado presidente Merino para, luego, definir su nombramiento como
presidente del Congreso. Y, por tanto, delegado de éste ante el Ejecutivo,
alcanzando así su soñado cargo como mandatario.
En plena agitación provocada por la polarización política promovida por
el comunismo, hoy Sagasti exhibe su alma retorcida en todo su esplendor
desarticulando a nuestra Policía y provocándole aún mayor desmoralización de la
que ya sobrelleva, víctima del maltrato de presidentes como Vizcarra y Sagasti
quienes la dejaron expuesta ante la pandemia, con el resultado de cientos, sino
miles de policías muertos.
Aunque, eso sí, exigiéndole sofocar las asonadas arriesgando vida y
salud ante la violencia callejera y la amenaza senderista que puja por capturar
el poder; y/o exponiéndola al contagio del covid. Como podrá ocurrir durante
estos días con motivo del viciado proceso electoral.
Sigue usted jugando con fuego, presidente interino Sagasti. Pero todo
tiene un límite.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.