Es evidente que nos encontramos en medio de la mayor estafa electoral que recuerde la historia contemporánea. Si bien el responsable de organizarlas ha sido el Jurado Nacional de Elecciones JNE, en el trámite han intervenido igualmente ONPE y Reniec. Hablamos entonces de una trilogía que ha destruido la confianza nacional fraguando un proceso signado por la trampa organizada. Veamos quiénes integran este peligroso trío que orquestó los comicios del Bicentenario, y hoy tiene a su cargo el escrutinio de las actas que definirán estas enviciadas, aunque peligrosísimas elecciones.
Jorge Salas Arenas preside el JNE. Es juez supremo.
Conocido por ser comunista, ha defendido –y liberado- a terroristas. Acompañan
a Salas tres gregarios, en extraña circunstancia de “miembros del Directorio”:
Jovián Sanjinez, ex juez en Huaura; y Luis Carlos Arce Córdova, ex decano de Derecho
de la Universidad Peruana de Las Américas. Completa este cuarteto Jorge Armando
Rodríguez Vélez, Fiscal Supremo, el único delegado con voto de conciencia y
suficiente carácter para sostenerlo.
Piero Corvetto Salinas preside la ONPE. Fungió de observador
oficial en esa fraudulenta “elección” venezolana que reeligió a Nicolás Maduro,
a la que calificase de “limpia”. De manera conveniente, antes fue gerente de
Reniec; así que conoce de cuál pie cojea este otro ente de la trilogía
electoral, porque lo administró hasta pocos meses antes de pasar a la ONPE, en
2020.
Carmen Velarde preside Reniec. Es abogada. Fue gerente de
oficina descentralizada de Osiptel. Sospechosamente mantiene con permiso a Dina
Boluarte, jefe de Oficina Registral de dicho organismo y ¡oh sorpresa!,
candidata a vicepresidente en la plancha de Pedro Castillo.
Esta trilogía fue impuesta por la infausta Junta Nacional
de Justicia JNJ, hija del golpe perpetrado por Vizcarra para adecuar el Estado
a sus intereses. Veamos. Además de nombrar a los miembros del JNE, Reniec y
ONPE, la JNJ designa a jueces y fiscales. Es decir, está concebida para
reestructurar el Estado bajo un esquema hamponesco, adonde prima la voluntad de
un imputado por corrupto, como Vizcarra, quien fungiese de jefe de Estado y,
mediante esta JNJ, pretende continuar mandando.
A partir de la semblanza de estas tres instituciones
digitadas por una manipulable JNJ, podrá usted, amable lector, entender la
gravedad de la situación en que se encuentra el país, amenazado por un apparatchick
comunista monitoreado desde el Foro de Sao Paulo. El JNE, en connivencia con
ONPE y Reniec, pretende santificar a un régimen de corte chavista, que se
entronizaría por tiempo indefinido. Dolo posibilitado por quienes –salvo una
honrosa excepción- integran la maquinaria del fraude montada por la JNJ para
producir un fallo electoral a la medida de Pedro Castillo, postulante del
lapicito. Recordemos que el JNE sacó de la contienda a candidatos democráticos;
permitió que postule Vizcarra estando impedido; facilitó la candidatura de
aspirantes al Congreso ligados al terrorismo, etc. Finalmente, persevera en
rechazar las pruebas del fraude aduciendo que la hora para presentarlas venció
a las 8pm; encima, rehúsa solicitar a la ONPE el padrón electoral para cotejar
aquellas firmas presuntamente falsas. ¿A esto podría llamársele elecciones
limpias?
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