QUE LA OPINIÓN PÚBLICA JUZGUE
Es francamente patético
escuchar todos los días en algunos medios de comunicación huachanos, a
supuestos sabelotodos, expertos en gestión municipal que dedican programas periodísticos
enteros a pretender dar clases, principalmente al alcalde huachano Santiago
Cano La Rosa. Hay de todos los gustos y sabores. Son lo sabelotodos de la farándula
periodística chicha, los infaltables en interminables citas de hilaridad
masiva. Aquellos que dan risa, porque la bestialidad le sale por los poros de
su cuerpo. Son los infaltables charlatanes de la noticia.
Charlatán es el que
habla mucho y sin sentido. Charlatán es el que habla sin discreción. Charlatán
es ese vendedor ambulante que anuncia su mercancía a gritos. Pero el charlatán
al que dedico hoy este artículo, es el embaucador profesional e iluminado de
los medios de comunicación huachanos.
Charlatanes los hay
desde el inicio de los tiempos. Los hay que tienen poderes mentales y
pensamientos mágicos; otros tienen capacidades paranormales, adivinadoras o
están poseídos; la mayoría gozan de una clarividencia que les permite ver “más
allá”. Incluso a veces, ver aquello que es obvio, pero de una forma especial.
Estos son capaces de convencer a muchos de que
únicamente ellos están en posesión de la Verdad Absoluta. Y como ésta es toda
su actividad para ganarse la vida y se la ganan, pues eso, son “profesionales
de la charlatanería”.
Y no hablo de chamanes,
que se ganan “honradamente” el sustento, sino de aquellos advenedizos,
atrevidos intrusos, que se lanzan a ver si tienen suerte, sin preparación, sin
conocimiento y/o sin capacidad, pero dotados de una firme convicción.
Claro que se
amparan en un desconocimiento generalizado y una profusa emisión de opiniones
en casi todas las direcciones posibles, lo que evidentemente es bastante
desconcertante para los oyentes que están ahí afuera…
Así que, en el
fondo, son unos” sabelotodos” más, pero que en vez de emitir opiniones, dictan
juicios de valor, postulados y axiomas sobre algo que desconocen totalmente,
convencidos, casi correctamente, que si lo dicen serios y firmes, los demás lo
aceptarán.
Estos tienen un poder cuasi celestial, ES EL PODER DE
LA ESTUPIDEZ
Los estúpidos son
peligrosos y funestos porque a las personas razonables les resulta difícil
imaginar y entender un comportamiento estúpido. Una persona inteligente puede
entender la lógica de un “bandido”. Las acciones de un bandido siguen un modelo
de racionalidad. El “bandido” quiere obtener beneficios. Puesto que no es
suficientemente inteligente como para imaginar métodos con que obtener
beneficios para sí procurando también beneficios a los demás, deberá obtener su
beneficio causando pérdidas a su prójimo. Ciertamente, esto no es justo, pero
es racional, y siendo racional, puede preverse. En definitiva, las relaciones
con un “bandido” son posibles puesto que sus sucias maniobras y sus deplorables
aspiraciones pueden preverse y, en la mayoría de los casos, se puede preparar
la oportuna defensa.
Con una persona
estúpida todo esto es absolutamente imposible. Una criatura estúpida nos
perseguirá sin razón, sin un plan preciso, en los momentos y lugares más improbables
y más impensables. No existe modo racional de prever si, cuando, cómo y por
qué, una criatura estúpida llevará a cabo su ataque. Frente a un individuo
estúpido, uno está completamente desarmado.
Puesto que las
acciones de una persona estúpida no se ajustan a las reglas de la racionalidad,
es lógico pensar que tienen todas las de ganar porque:
Generalmente el ataque nos coge por sorpresa. Incluso
cuando se tiene conocimiento del ataque, no es posible organizar una defensa
racional porque el ataque, en sí mismo, carece de cualquier tipo de estructura
racional.
El hecho de que la
actividad y los movimientos de una criatura estúpida sean absolutamente
erráticos e irracionales, no sólo hace problemática la defensa, sino que hace
extremadamente difícil cualquier contraataque. Y hay que tener en cuenta
también otra circunstancia: la persona inteligente sabe que es inteligente; el
bandido es consciente de que es un bandido y el desgraciado incauto está
penosamente imbuido del sentido de su propia candidez. Pero al contrario que
todos estos personajes, el estúpido no sabe que es estúpido y esto contribuye
en gran medida a dar mayor fuerza, incidencia y eficacia a su poder devastador.
Seguirán seguramente
inundándonos de sus “cocimientos” y continuaran quejándose de hasta porque
bosteza el caballo del alcalde, son los charlatanes y estúpidos, los que
embrutecen al inocente y escaso oyente que tienen, son los considerados un peligro
para la sociedad.
En fin, en esta
viña del señor hay de todo, pero algunos periodistas y regidores, no solo dan
risa, sino dan pena por sus limitados argumentos de ataque y por tergiversación
subjetiva que emplean.
Ellos son los que dicen:
“que el fin justifica los medios”, fieles discípulos de Joseph Goebbels, que decía
“miente miente que algo queda”, son los desheredados de esta provincia, los resentidos
y amargados que se quejan hasta por que el chupetero toca el silbato.
Y por supuesto
financiados por politiqueros chichas que sueñan con ser alcaldes algún día.
Dios nos coja confesaos. VADE RETRO.
Por nuestra parte debemos poner a remojar la BARBA en
nuestro NICHO, por que el buen JACOBO falló el gol como URIBE. Guerra avisada
no mata moscas.
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