El Congreso de la
República aprobó por unanimidad la Ley de Fortalecimiento de la Contraloría
(Ley N° 30742), por lo tanto, brindó el apoyo a esta entidad para que cuide los
recursos del Estado y luche contra la corrupción.
Sin embargo, la
Contraloría General de la República ha decidido inflar notablemente su planilla
de altos funcionarios, creando burocracia dorada al amparo de la mencionada Ley
de Fortalecimiento y del Sistema Nacional de Control, ha incrementado en más
del 30% el número de altos funcionarios de esa institución, que tiene uno de
los sueldos más elevados del Estado. Han pasado a tener dos vicecontralorías,
de tener solo 12 gerencias a 18; de contar con 34 departamentos se aumentó a 53
subgerencias y subdirecciones.
Cada una de las 53
subgerencias y subdirecciones creadas supone la contratación de igual número de
altos funcionarios con sueldos elevados, quienes a su vez tendrán a su cargo a
diversos colaboradores. ¿Es esta la reforma austera que quiere llevar a cabo la
Contraloría para combatir la corrupción? ¿Una reforma de sueldos dorados?
Pero quizás esto
estaría bien, si al menos cumplieran su labor. La mayoría de informes llamados
hallazgos duermen el sueño del entrampamiento, hace poco nomas denunciamos la
designación ilegal de funcionarios del GORE y mientras en otras regiones habían
pronunciamientos, en la región Lima no hubo siquiera un saludo.
Si al menos
hicieran pública una sola de sus denuncias en el 2018, en contra de malas
autoridades en las redes de salud, ugeles y demás entidades del estado.
Solo nos queda
presumir dos cosas, o somos locos los que denunciamos con pruebas diversas
irregularidades de malas autoridades, o simplemente la Contraloría no hace su
trabajo, el cual pagamos sueldos inmensos con nuestros impuestos.
Finamente, nos
preguntamos: ¿alguien creo simplemente confía en la Contraloría?. Regresamos con hechos contundentes por que la
paciencia es nuestra mejor virtud.
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