A veces la terquedad y la soberbia conducen al fracaso de una gestión, tal sería el caso sobre la labor del gobernador regional Ricardo Chavarría, quien parece que no entiende que la administración pública debe ser para convocar y fiscalizar, día a día, a su personal de confianza.
¿Cuántas denuncias totalmente documentadas hemos efectuado?, un sin
número, en la que la mayoría son ahora investigaciones fiscales, reconociendo
sobre todo la labor del Ministerio Público quienes en rápidas reacciones vienen
asumiendo estas investigaciones por presunta corrupción en el gobierno
regional.
La compra millonaria de mascarillas, ambulancias, tomógrafos, camillas
plegables, carpas, IOARR, etc., son ahora motivo de controversia e
investigación policial y fiscal, y los responsables vienen siendo detenidos uno
a uno, cuando en su debida oportunidad la actual gestión regional no hizo nada,
y si hablamos del Consejo regional, peor aún.
No es momento de señalamientos ni ensañamientos en contra de la gestión
regional, pero lamentaríamos mucho que el actual gobernador tenga el mismo
final que su colega de la región Ancash y otros que en las próximas semanas
caerán. Su limpia trayectoria e impoluta moral personal podría verse
comprometida, más que nada por el exceso de confianza a sus gerentes y
directores regionales.
La detención de la presunta organización regional “los regionales” y que
para la DIVIAC y Fiscalía Anti corrupción estaban siendo dirigidas por el ex
jefe de defensa civil y logística del Gore es muy grave, pues eran parte del
personal de absoluta confianza del gobernador regional.
Según las primeras investigaciones, "Los Regionales"
realizaban irregulares contrataciones en el Gobierno Regional de Lima para
simular servicios que nunca se ejecutaban, en coordinación con proveedores
manejados por ellos mismos. De esta forma habrían facturado en corto tiempo más
de S/1 181 000.
Por el bien de la región, esperemos que Ricardo Chavarría quien llegó al
poder con el slogan "Honestidad para crecer", haga honor a sus
promesas de campaña. Nadie pretende hacerle daño personal, pero tampoco nadie
pretende ocultar las irregularidades de sus funcionarios. Pero eso no es todo.
La paciencia es nuestra mejor virtud.
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