Hay evidencias que apuntan a la existencia de un grupo dirigencial de Perú Libre que estaría impulsando nombramientos, adoptando iniciativas políticas y tomando decisiones que corresponden al Ejecutivo, en el ánimo de mantener el control sobre el jefe del Estado y el curso del Gobierno.
Este buró político en la sombra ha logrado torcer el brazo en decisiones
trascendentes que iba a emprender el presidente en relación, por ejemplo, con
los cambios ministeriales, empezando por el primer ministro, la presentación
del gabinete en el Congreso y otros acuerdos considerados estratégicos.
Este grupo estaría conformado por Vladimir Cerrón, Guido Bellido, Róger
Nájar y Guillermo Bermejo, como invitado. Pedro Castillo está en total minoría
en relación con los otros cuatro. El mandatario no tiene una militancia en el
partido político que ahora reclama la conducción del país, por encima del
mandato otorgado en las urnas.
El buró actuaría como una suerte de correctivo frente a cualquier desvío
de “la línea política” que pretenda realizar el presidente o los ministros que
no estén bajo su eje. También vela por el cumplimiento del plan de gobierno
original de Perú Libre, que no admite ningún aggiornamento ni modificación,
porque ello representaría “una traición”.
Dicho esto, hay algunas precisiones que caben formular ante este hecho
tan insólito como ilegal. La Constitución de la República señala expresamente
que el presidente de la República es quien gobierna. Su titularidad es tan
importante que se señala que es el jefe del Estado y el jefe del Gobierno,
simultáneamente. Tampoco existe el partido político de gobierno. Esa es una
figura inexistente en nuestras leyes. Existe la mayoría político electoral,
cuya función es respaldar la política gubernamental. No reemplazar al
presidente, que simboliza y representa los intereses permanentes del país y
personifica a la nación.
No está de más señalar que el presidente Castillo tiene la
responsabilidad de responder por todas las decisiones del Gobierno. Además,
representa al 100% de los peruanos que le dieron a través del voto su
representación política, o que no lo hicieron, pero se allanaron a respetar el
resultado, como corresponde en toda democracia.
También, recordarle que la rendición de cuentas al final de su mandato
correrá a su cargo y las experiencias recientes dan fe de la dureza de este
encargo.
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