La estrategia del
APRA (Alan Garcia) consiste en demoler a Pedro Pablo Kuczynski (PPK), quien es
el obstáculo para ingresar a la segunda vuelta, y en la final enganchar al
electorado desde el centro hasta la izquierda movilizando el fuerte antivoto
fujimorista.
García tiene las
posibilidades de lograr su primer objetivo, demoler a PPK. Según muchos es más
diestro en el ataque y en sacar partido de los errores del adversario, como lo
ha demostrado en las últimas semanas en algunas pequeñas escaramuzas.
Alan García tiene
un equipo no muy grande, pero con larga experiencia en estos menesteres. No
solo son mañosos, sino que no tienen miramiento ni recato para atacar y
destruir, usando verdades y mentiras por igual. Trabajan, además,
coordinadamente siguiendo las instrucciones del jefe.
Hasta el momento
PPK carece de un grupo similar de operadores políticos que puedan resistir el
embate del rodillo aprista, menos aún para contraatacar y desgastar a su rival.
Si el que va a asumir esa función de defensa y ataque es el mismo PPK, es obvio
que lo van a triturar. Ni siquiera va a poder transmitir su mensaje con
claridad.
Probablemente, PPK
sería un mejor presidente que García, pero este es un mejor candidato. Pero no infalible.
La campaña aun no
calienta, pero las personas de están del lado de Keiko y PPK quizá conocen algo
de política, pero no saben de elecciones, que es, aunque los candidatos no lo
entienden, una especialidad muy difícil de aprender y aplicar.
Keiko Fujimori corre
el peligro de convertirse en otra Lourdes Flores, la eterna segundona a la que
el pan se le quema siempre en la puerta del horno. No obstante, todavía
Fujimori y PPK tienen tiempo para hacer lo necesario. No mucho porque, como
saben los expertos, el tiempo es lo único inamovible en la campaña. Aunque no subestimen
a los estrategas que acompañan a Keiko y a PPK. García no la tendrá muy fácil esta
vez.
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