“Lamentablemente, no cerramos un 2021 como hubiéramos querido, como realmente necesitábamos. Cerramos un año cargado de crisis social, política y económica”.
Un año duro, durísimo. Un 2021 que ofrecía, por lo menos en el papel,
ser menos tortuoso que el pandémico 2020. Un año que, si bien es cierto, venía
con carga electoral, no esperábamos que trajera tremendo huaico.
Lamentablemente, no cerramos un 2021 como hubiéramos querido, como
realmente necesitábamos. Cerramos un año cargado de crisis social, política y
económica. Terminamos un año de portadas denunciando más corrupción en el
Ejecutivo, de primeras planas peleando por evitar las contrarreformas en los
sectores Educación y Transporte, una cortesía compartida entre Gobierno y
Legislativo. Vamos dejando atrás un 2021 para el olvido. Sin embargo –y a costa
de sonar muy pesimista– no se avizora un 2022 con mejores luces.
La estabilidad del presidente Castillo es una ilusión. Su continuidad,
un misterio. El 2022, nuevamente, viene con campaña electoral, con Ómicron en
la mochila, con nuevas interpelaciones y quién sabe qué nuevos sortilegios. Lo
que sí está claro es el rol que tendrá que jugar la ciudadanía en su conjunto,
sin importar tiendas ideológicas, intereses particulares, orígenes o apellidos.
El quinquenio 2021-2026 va a requerir, como ningún otro, que todas y todos
seamos partícipes de la construcción de nuestro propio destino. Ya dejamos que
otros decidan por nosotros y allí están los resultados. Ya optamos por ver cada
suceso, cada crisis, cada marcha, interpelación, denuncia o escándalo a través
de la pantalla. El Perú no es un país de instituciones; no tenemos estabilidad
jurídica, igualdad ante el imperio de la ley; no tenemos candados jurídicos que
nos permitan capear los temporales que la paupérrima política nos regala día a
día. Eso supone que cada cinco años, o lo que las vacancias y censuras decidan,
se requerirá de nosotros para evitar el naufragio.
Parece que Platón hubiera pensado en nosotros cuando dijo que “El precio
de desentenderse de la política es el ser gobernado por los peores hombres”.
Los peores maestros, los peores. Feliz año querido lector, lo feliz que usted
finalmente consiga ser.
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