“(...) el mejor regalo de Navidad que puede hacerle al pueblo peruano, señor presidente, es el de la comunicación, un diálogo directo, sin condiciones ni “favorcitos”, ni tampoco cuestionarios o temas previamente aprobados”.
El presidente Pedro
Castillo convocó hace poco a un grupo de periodistas –se sabe que algunos no
aceptaron ir a tan exclusivo cónclave privado, en que no se permitió grabar ni
entrar con celulares– a Palacio de Gobierno. ¿Cuál fue el propósito? Más allá
de una promesa etérea de dar entrevistas desde enero, no se entiende en
absoluto el sentido de esa convocatoria y menos la concurrencia de los colegas.
Lo que el país
necesita –lo dice la ciudadanía a través de las encuestas, los organismos
especializados nacionales e internacionales y los analistas y medios
independientes– son conferencias de prensa con todos los medios, para que TODO
el país conozca sus explicaciones ante tal cúmulo de denuncias e
irregularidades en apenas seis meses de gestión, afectando una de las garantías
fundamentales en cualquier democracia: la transparencia, que todo gobierno debe
practicar.
A la prensa
independiente, señor presidente, usted no debe convocarla para pedir consejos
entre cuatro paredes o para interrelacionarse socialmente. A la prensa
independiente debe responderle las preguntas que el país quiere escuchar. Esa
prensa independiente es la que nutre a las instituciones tutelares como la
Contraloría, la Procuraduría General y la Fiscalía para que se investigue lo
que viene ocurriendo tras bambalinas.
Y gracias a esa labor
es que en algunos casos el gobierno pudo hacer correcciones, como los
nombramientos de personajes cuestionados o de clara incompetencia para altos
cargos en la estructura del Estado. Gracias a esa prensa libre e independiente,
el Perú pudo conocer a Los Dinámicos del Centro y las conexiones de su ministro
Iber Maraví con Sendero Luminoso, investigaciones y destapes que, por ejemplo,
realizó la prensa libre.
De modo que el mejor
regalo de Navidad que puede hacerle al pueblo peruano, señor presidente, es el
de la comunicación, un diálogo directo, sin condiciones ni “favorcitos”, ni
tampoco cuestionarios o temas previamente aprobados. Solo así será escuchado de
verdad; solo así ganarán mayor peso sus palabras, sus ofrecimientos y
explicaciones.
Es lo que el país
espera de usted: un jefe de Estado que, más allá de errores o aciertos, dé la
cara y responda a los cuestionamientos de la prensa independiente.
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