Las evidencias no pasan inadvertidas. Desde antes de la segunda vuelta electoral para elegirse al Presidente de la República era inocultable la contradicción de las posiciones políticas e ideológicas de los dos sectores finalistas. En votos sus diferencias no son abrumadoras. El resultado final fue: Pedro Castillo obtuvo el 50.125% de votos y Keiko Fujimori, 49.875%.
La ONPE informó que la diferencia entre ambos fue de sólo 44,058 votos.
La contienda también estaba en el Congreso. Era visible que la bancada de Perú
Posible contaba con votos de Juntos por el Perú. Por el “lado” opuesto se
consideraba a Fuerza Popular, Avanza País y Renovación Popular. Podrían
inclinar la balanza Alianza para el Progreso, Acción Popular y Somos Perú.
Partido Morado era imprevisible.
Al presidente electo lo han calificado de “izquierdista” y sus
opositores no han ocultado su deseo de vacarlo de la Presidencia. A su vez el
“sector” político oponente a la Presidencia no ha ocultado su temor a la
disolución del Congreso. Ambos se esfuerzan “por defenderse” y golpean
políticamente a su contrario. Sus actitudes lo demuestran.
Mientras tanto, a nivel nacional no hay nuevas inversiones nacionales ni
extranjeras y consecuentemente no se crean nuevas fuentes de trabajo; por el
contrario, se conoce que se cierran ciertas actividades productivas
repercutiendo negativamente en los ingresos al erario nacional. Simultáneamente
no se detienen la devaluación de nuestra moneda, el encarecimiento del dólar,
la elevación de precios de los productos de primera necesidad; se incrementa la
informalidad y la pobreza se pretende “disimular” otorgándose bonos sin
trabajar con la intención de obtener “popularidad” y “respaldo”.
Persisten las deficiencias en los servicios de salud, educación,
administración pública y hasta la judicial. La inseguridad ciudadana genera el
temor vecinal. Estamos camino no sólo a una crisis sino a una catástrofe
económica y sociopolítica.
Ahora no lograron votos necesarios para la vacancia presidencial pero ya
dicen que persistirán con nuevo pedido sustentado en hechos diferentes. El
Ejecutivo acudirá al “voto de confianza” camino a la disolución del Congreso.
Es experiencia ya vivida en el Perú. Continuará la confrontación de
“posiciones” políticas e ideológicas y tratarán de “mover a las masas”. En
tanto no se están solucionado los fundamentales problemas nacionales y vamos
camino a la inflación y generadora de pobreza extrema.
Es hora de que los políticos del Ejecutivo y del Legislativo razonen y
trabajen por el desarrollo nacional. Se necesita puestos de trabajo permanente
remunerados racionalmente.
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