Esos 20 mil dólares encontrados dentro de una caja, en el baño de la Secretaría de la Presidencia de Palacio de Gobierno, ocupado en ese momento por el exsecretario presidencial Bruno Pacheco –durante una diligencia de oficio de la Fiscalía Anticorrupción en Palacio− ameritan una rápida y exhaustiva investigación.
Las explicaciones que dio
Pacheco sobre el dinero –que era producto de sus ahorros y el sueldo que
percibía como funcionario− resultan irrisorias a la luz de sus antecedentes,
que justamente motivaron la intervención del Ministerio Público.
Además de haberse
entrometido groseramente en los procesos de ascenso en las Fuerzas Armadas y
Policiales, el secretario también intentó presionar al superintendente de la
Sunat, Luis Enrique Vera Castillo, para que favoreciera a empresarios amigos en
sus problemas con el fisco, llegando incluso a amenazar veladamente con
removerlo del cargo.
De ahí la importancia
también de verificar la identidad de las personas que frecuentaban su despacho,
como ya se ha hecho con los coroneles de la PNP que luego fueron ascendidos
irregularmente a generales. Porque, aparte de las instituciones militares,
¿cuántos empresarios amigos del gobierno en aprietos fiscales habrán pasado por
esa “salita”?
Según la Fiscalía
Anticorrupción, podrían estar en juego delitos como patrocinio ilegal,
enriquecimiento ilícito, cohecho y lavado de activos. Y ante la inminente,
obligatoria revisión de sus comunicaciones y cuentas bancarias, tampoco se
descarta una eventual detención preventiva.
Si obró motu proprio o por
encargo del mandatario, lo deberán dilucidar las investigaciones, pues
estaríamos hablando de un caso muy grave de tráfico de influencias. Hay mucho
por aclarar y dado que el presidente Castillo no lo hace, la Fiscalía tendrá
que hacer, expeditiva y rigurosamente, su trabajo sin que a algún coordinador
del Ministerio Público le tiemble la mano.
En circunstancias en que va
abriéndose paso una moción de vacancia presidencial en el Congreso de la
República, el oficialismo ya no puede alegar ningún tipo de complot ni mucho
menos echarle la culpa a la prensa, como suele hacer. Esta vez deberá ser
consecuente con sus propias acciones y decisiones.
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