Grave y extremadamente peligroso el manoseo de las FF.AA., confirmado ayer por los relevados comandantes generales del Ejército y de la Fuerza Aérea del Perú. Las incesantes presiones del secretario de la presidencia, Bruno Pacheco, y del ministro de Defensa –en nombre del presidente Pedro Castillo– para que se incluya en la lista de ascensos a oficiales afines al mandatario, evidencian intenciones oscuras y ánimo autoritario de parte del actual Gobierno.
Como recuerdan
algunos excomandantes generales de larga trayectoria en las FF.AA., así empezó
a crecer el poder de Vladimiro Montesinos y Alberto Fujimori en los 90: con
pases al retiro de los generales honrados y demócratas que no les eran útiles
para los planes que ellos tenían, y premiando con ascensos inmerecidos a los
oficiales ‘leales’, muchos de los cuales hasta terminaron firmando actas de
sujeción a ese ilegítimo comando.
Las pretensiones de
Castillo y su entorno tienen que cortarse de una vez por todas si no queremos
repetir tan desafortunada historia para el país y para nuestra democracia.
Por lo pronto, el
Congreso debe interpelar y censurar de inmediato al titular de Defensa, Walter
Ayala, cuyo nombramiento atentó de hecho contra la institucionalidad y el honor
de las FF.AA. Ayala se ha prestado a estas manipulaciones poniendo la cara y la
firma en las resoluciones, y adoptando, además, una actitud cómplice y cínica
cuando la prensa le consultó la noche del domingo sobre estos inesperados
cambios, limitándose a alegar que “se había obrado de acuerdo a ley”.
A raíz de su puesta a
disposición del cargo, su salida del Mindef parece inminente. Pero si el
presidente optara por ratificarle su confianza, el Congreso debe actuar de
inmediato.
Así mismo, la premier
Mirtha Vásquez debe exigir a la brevedad la remoción del secretario de la
presidencia y asesor palaciego, Bruno Pacheco, el obsecuente mandadero de Pedro
Castillo en estos afanes.
Sin embargo, la
renuncia de Ayala y la remoción de Pacheco solo serían el primer paso en el
camino de esclarecer lo que hay detrás de tan oscuro incidente. Que hay mucho
en juego, lo demuestra el propio excomandante general del Ejército, José
Vizcarra –relevado irregularmente por resistirse a aprobar los ascensos
palaciegos– al pedir garantías para su familia, luego de un confuso episodio de
violencia en la puerta de su casa.
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