Vincular a las buenas personas que existen en la actividad privada, la academia y la actividad pública ayuda a encontrar soluciones a problemas que independientemente son muy difíciles de resolver.
Por eso cuando veo un
trabajo que busca corregir deficiencias en el sector salud que nos ha costado
muchas vidas en los últimos años, pues me interesa comentarlo.
Resumiré en pocas
palabras la tesis de maestría de 229 páginas de la excongresista Alejandra
Aramayo, producto de un trabajo de un año de investigación y de entrevistas a
funcionarios en busca de mejorar la gestión de la salud en los gobiernos
regionales.
Aunque deja claro que
hay deficiencias estructurales en cuanto a las normas debido al desordenado
proceso de descentralización, se enfoca básicamente en dos puntos: ejecución
presupuestal y problemática del personal directivo.
El presupuesto sin
duda permite el grado de acceso a logística y personal, pero no solo basta con
tenerlo, sino que hay que saber ejecutarlo. Se hizo un análisis del índice de ejecución
presupuestal del sector salud 2017-2020 en siete regiones: Puno, Arequipa,
Madre de Dios, Loreto, Cajamarca, Pasco y La Libertad. En promedio estos
ejecutaron 89% en los 4 años.
Es decir, existe un
11% del dinero público asignado que no se utilizó. Pero el problema de fondo es
que lo que se ejecuta corresponde a gasto corriente (gastos administrativos, de
operaciones, remuneraciones, etc.) y lo que no se ejecuta corresponde en su
mayoría a la inversión de infraestructura e implementación hospitalaria
(equipos, camas, etc.). Consecuentemente la oferta de salud pública no crece ni
se optimiza.
En promedio las
Direcciones Regionales destinan 75% de sus recursos al gasto corriente y el 25%
a gastos de inversión. Pero existen casos como el de Madre de Dios donde el
gasto de inversión solo llega a 5%. Definitivamente hay que cambiar la
composición de esta estructura.
El segundo punto es
el perfil del personal y la consecuente volatilidad de sus puestos. Un análisis
del tiempo de permanencia en el cargo de personal clave como los Gerentes
Regionales de Salud, arroja que no permanecen en sus puestos más de un año.
Por ejemplo, la
región Pasco tuvo en solo 4 años 10 gerentes y la permanencia de dos de estos
fue menor de 9 días. Puno contó con 8 gerentes de los cuales uno fue cambiado
tras 29 días de asumido el cargo.
En resumen, todas las
regiones presentan un alto nivel de volatilidad, sin estabilidad en estos
puestos clave su capacidad se ve reducida para el uso efectivo de los recursos
públicos.
Sin duda corregir
estos puntos en el sector salud puede traer mejoras sustanciales en beneficio
de todos.
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