El clima de
inseguridad se agudiza en las principales provincias de la región. Y la labor
de las autoridades para enfrentar este flagelo social es decepcionante.
Todos los días las
víctimas de asaltos y sicariatos vienen aumentando las estadísticas de hechos
que no deberían suceder en una sociedad que ama la paz. Tener un arma se ha
vuelto un asunto común por parte de los delincuentes, y emplearlo en caso de
resistencia de sus víctimas en cotidiano y normal.
Las noticias de ajuste
de cuentas también se han vuelto noticia común, y los sicarios han convertido
las obras públicas en su feudo sembrando el terror para obtener fácilmente el
dinero.
Para todos los
asuntos de inseguridad, violencia y muerte no son nuevas, muchas familias han
sufrido por eso, y el dolor se extiende sin hacer distinción de ninguna clase
social, mientras que la policía detiene a los presuntos responsables, para que
el poder judicial los libere con prontitud.
Pero ya no podemos
mantenernos pasivos frente a un mal que corroe nuestra sociedad, debemos de
exigir el uso de las armas legales que se tienen para combatirlos frontalmente,
nuestras autoridades electas tiene el deber y la obligación de planificar y ejecutar
acciones para reducir el índice de criminalidad y delincuencia, no basta con
comprar camionetas y/o motos.
Por su parte la
policía debería de extremar las labores de inteligencia, NO habiendo concesión
frente a la delincuencia, correspondiendo al
Estado garantizar a la sociedad un clima de paz y seguridad.
Tenemos que
encontrar la estrategia adecuada para devolver la tranquilidad y la paz a todos
los vecinos, considerando que ya es el momento de actuar y evitar que nuestro
pueblo se siga desangrando, siendo finalmente nuestras autoridades los
principales responsables para liderar y combatir esta problemática.
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