Es fácil
detectarlos. Siempre ha existido y es típica de pseudos comunicadores carentes
de todo escrúpulo ético o deontológico.
Son los que alquilan un espacio radial para realizar su
"trabajo" consistente en “mermelear o ajustar”, según la ocasión.
Otro signo para
identificarlos es escuchar cómo solos se revientan cohetes. Las veces que
repiten su nombre, acompañado de un auto halago, denotan un narcisismo risible.
Jajaja
Otra clara señal es
su virulencia para atacar a sus futuras “victímas”. No les interesa llegar a la
verdad, su negocio es injuriar y amedrentar a sus potenciales
"donantes".
Curiosamente los
"oyentes" que llaman para felicitarlos siempre son los mismos. Sin
embargo nunca denuncian la corrupción de los verdaderos personajes de poder.
Por el contrario, se alinean con ellos, de quienes muy “alimentados” propalan
sus avisos publicitarios, suculentamente pagados (mermelada oficial u
oficialista).
Su modus operandi
es previsible. Llaman a sus víctimas alertándoles que tienen algo que los
perjudicará, pero como "esa no es su intención, antes quieren
conversar". No piden directamente, sino inducen con frases como "qué
propones", "esto puede tener solución", etc.
Como es de
esperarse su estilo es vulgar. Ellos dicen de “barrio”. El micrófono en sus
manos es un ventilador desde el cual disparan barro a diestra y siniestra. Aunque nunca leyeron a Joseph Goebbels, se
autodenominan “sabios en cortinas de humo”.
No he mencionado
nombres porque no valen la pena, pero si alguien se siente aludido aplicaré la
sabia sentencia adjudicada a Don Quijote: "ladran los perros, Sancho, es
señal de que cabalgamos".
Algo
más:
Mermelada: Dícese
del dinero que reciben los periodistas, a fin de informar favoreciendo
intereses particulares (diccionario ficticio del mal periodismo).
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