En
los últimos meses (en el congreso) las reglas de juego electorales han ido cambiando
poco a poco, con el fin de que el Fujimorismo tenga un margen cómodo de acción
en el momento de lanzar su candidatura y durante los meses de campaña. Con amplia mayoría, prácticamente, hacen lo
que quieren.
Los
congresistas naranjas en vez de legislar, se han dedicado desde que fueron
electos, a realizar proselitismo electoral, acuñando a su alrededor a
personajes cuestionables de todas las vertientes políticas (Hasta rojos), bajo
la premisa que el fin justifica los medios.
Esto
comprueba que la crisis política institucional y de representación es muy
profunda, siendo los ciudadanos, como siempre, simples espectadores, para que
estos logren sus ambiciones personales y de grupo.
Entre
ellos, han aparecido personajes oscuros, y sin brillo, y que a pesar de que el JNE
no ha convocado, siquiera, a elecciones regionales y municipales 2018, ya se
anuncian con gran despliegue económico, como CANDIDATOS, desarrollando una “campaña”
de publicidad y regalos nunca antes vista.
Esa
desesperación nos debería de llamar la atención. ¿Cuándo han cambiado las reglas electorales?,
¿Cómo pueden irrogarse candidaturas cuando ni siquiera pueden ser postulantes?
La selección de
candidatos como mecanismo de democratización de los partidos y movimientos políticos
en las elecciones, es parte fundamental de credibilidad y transparencia, sin embargo
estos personajes son impuestos por los dirigentes, cual lobos hambrientos por
el poder y la plata. ¿Cabe alguna duda?
Finalmente, es indignante
como estos sinvergüenzas pervierten, aun desde antes del inicio de un proceso
electoral, con una sucia campaña que debería ser diáfana e igualitaria, siendo
no solo el fujimorismo sino TODOS los movimientos y partidos políticos quienes
nos invaden con publicidad, pintas y regalos, irrogándose CANDIDATURAS ILEGALES,
sin interesarles, siquiera, las elecciones
internas, que debe ser el punto de inicio de un candidato.
Hoy,
estos sinvergüenzas, ofrecen a todos, todo, a cambio de un voto, en unas elecciones
que aun ni siquiera se han convocado. En el colmo de la
desfachatez, la mediocridad y la frivolidad.
A tener
en cuenta, y sobre todo a rechazarlos en las urnas, por sus malas intenciones.
No es amor al chancho, sino a los chicharrones, pero es bueno identificarlos. Regresamos.
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