LA HISTORIA JAMAS
CONTADA
Cuando recorremos
los 28 km que nos llevan hasta el CCPP Caral, divisamos un paisaje lleno de
coloridas flores y plantaciones de productos de pan llevar, labradas por
laboriosos agricultores de forma ancestral, estos silbando y cantando cultivan
sus tierras, haciéndolas parir sus fértiles tierras con abundantes cosechas de
productos de consumo humano, que son su único sustento.
Avistamos desde el
camino carrozable que nos lleva a Caral, también rusticas viviendas asentadas a
lo largo del camino, como demostrando la situación paupérrima en la que se vive
en este fértil valle, estas viviendas contrastan con la riqueza agrícola,
turística y minera existente.
La fertilidad de
las tierras no justifican las condiciones inhumanas en la que niños, jóvenes,
mujeres, hombres y ancianos viven en viviendas de esteras, carrizo y adobe, y
sin los servicios básicos de agua potable siquiera.
La riqueza de este
valle cachetea con una pobreza galopante y terriblemente dañina, que tiene
postrada a tanta gente, que en un 80% no ha culminado la secundaria y un 20 %
son analfabetos. Ellos no conocen otra forma de vida, jamás han salido de sus
míseros centros poblados.
Doña Anastasia
Huamán, es una pobladora del CCPP Pueblo Nuevo, una mujer curtida por la edad y
la pobreza, es muy cariñosa como todos los que habitan en este valle. A pesar
de su miseria no pierde a alegría y la sonrisa.
Nos abre las
puertas de su casa, que mas que puerta es un pedazo de lata sacada de algún
cilindro que tiene como único seguro una soga desgastada, ella vive con sus 6
hijos y su esposo, su único ingreso son los 14 soles diarios que recibe por
arañar la tierra, como ella dice.
“No podemos tener
ni agua ni desagüe, la Ruth Shady no quiere”, exclama como pidiendo auxilio,
todos en casa asienten con la cabeza.
“Ella ha gravado
nuestras tierras, no podemos vender, hipotecar ni traspasar, cuando vamos a
sacar gravamen, sale que nuestro terreno tiene cargas culturales y nadie los
quiere comprar, ella dice que son tierras intangibles, ¿Qué es eso?”, nos
pregunta esta humilde mujer, “además nos exige el CIRA, ¿Qué será eso?, para
que podamos hacer la obra de agua y desagüe, imagínate hijo, que no tenemos
luz, porque nos exige Cira, es una mala”, indica doña Anastasia.
Recorremos un rato
con nuestra mirada a este CCPP, y parece un pueblo fantasma, las personas con
pasos cansinos agonizan en su lucha, para ellos no hay ley ni estado, saben que
están abandonados y si reclaman serán denunciados como delincuentes, invasores
y traficantes.
Vemos también a
niños cara sucias y sin zapatos, y sentimos un nudo en la garganta, que nos
oprime el pecho al ver tanto abandono, tanta pobreza. Ellos son los olvidados
del estado.
Julio se llama uno
de ellos, ”señor, para ir al colegio tengo que caminar todos los días 10 km, no
tenemos plata para el pasaje, nos vamos sin desayuno, porque nuestros padres se
van a trabajar a las 5 de la mañana, nosotros mismos nos cambiamos y vamos al
colegio en Caral”, nos dice este dulce niño, ensenándonos sus maltrechos
cuadernos, mal escritos. Otra vez sentimos una gran impotencia, un gran dolor.
Llegamos al CCPP
Alpacoto, encontramos otro pueblo fantasma, observamos a lo lejos a algunas
personas despancando maíz, están en cosecha, vemos también a lo lejos a
personas trabajando en unas ruinas arqueológicas, a la distancia un perro
desnutrido nos ladra como defendiendo su territorio, él también está en pie de
lucha, pienso; doña Sofía nos recibe amablemente, algo que podemos ver es que a
pesar de la postración y su extrema pobreza, no han perdido la amabilidad ni la
sonrisa. El susto se me va de mi cuerpo, aleja a su perro, diciéndole “zafa
come nunca”, al escucharla me rio, pero por el nombre del can.
Ella me dice, “así
le puso mi hijo, a mí también me daba risa”, nos dice esta señora, vemos sus
dientes amarillos, sus uñas desgastadas, sus pies descalzos y pienso
internamente, “¿Cómo dicen que este valle es Patrimonio Cultural de la
Humanidad”, que incongruencia y que ironía del destino.
“Nosotros
rechazamos a la Shady, es mala, mira como nos hace vivir, nos quiere desalojar,
¿adónde vamos a ir?, acá nací yo, acá nació mi madre, mis abuelos, es una
injusticia”, manifiesta con rabia, veo en su rostro un rictus de impotencia, y
me sumo a su desgracia.
“Con el cuento de
las ruinas arqueológica, no podemos progresar, ni agua potable tenemos, ni
caminos, ni nada”, retruca molesta; puedo ver a mi alrededor muchísima pobreza,
las casas de carrizos están cayéndose, casi en el suelo por el tiempo; parece
no existir justicia en este valle. “mi vecina por poner unos cuantos adobes a
su casa que se caía, la han denunciado, fiscal ha venido, ha dicho que nos
vayamos, nos quiere desalojar, muertos nos sacaran de mi casa”, dice en voz
alta, como si quisiera que el estado la escuchara.
Otra vez mi corazón se
oprime ante tanto abandono. No puede ser posible que por proteger a la
arqueología, se extingan vidas humanas; recuerdo a mis profesores que decían,
“la Constitución del Perú dice que el hombre es el fin supremo del estado”, y
me rio de la Ley, esa solo existe para los poderosos, para los que tienen
dinero, reflexiono y digo, “¿Es justo que habiendo tanta riqueza esta gente
viva en condiciones infrahumanas y que en el colmo si levantan su voz de
protesta, son denunciados penalmente y perseguidos judicialmente?”, asimismo observo
que la pobreza es caldo de cultivo de futuros levantamientos, veo en los
rostros de las personas una ira contenida, que explotará en cualquier momento y
los únicos culpables será el estado, por emitir leyes que buscan prevalecer a
la muerte antes que a la vida.
A la distancia veo
las ruinas arqueológicas de la ciudadela de Caral, dicen que tiene más de 4 mil
años de antigüedad, según el MINCETUR casi 200 mil turistas llegan anualmente a
este valle, cada uno paga 11 nuevos soles, que dejan pingues ingresos, nos
dicen que ONG, embajadas, consulados y países también donan dinero para el
PEACS, (así llama la unidad ejecutora que dirige la arqueóloga Ruth Shady).
“Cuánta plata”,
exclamó finalmente. Recorro todos los CCPP y no encuentro una sola palabra a favor
del PEACS, mas aun observo pintas contra Ruth Shady, el desprecio es evidente,
pienso dentro de mí.
Leo un periódico a
fin a Ruth Shady, que habla de la “era de Pando”, pero ese lugar está a 15 km
de Caral, y es que hábilmente el PEACS para justificarse trata de poner en
discusión periodística una supuesta invasión ubicada a una distancia muy
lejana, del lugar arqueológico.
Vieja treta que
busca confundir a la opinión pública, es mas allí hablan de invasores y
traficantes y me pregunto: “¿qué tiene que ver la era de Pando, con las
condiciones miserables de vida a la que están condenadas esta personas?, ¿Qué
tiene que ver ese lugar con la pobreza existente y la injusta y mala
distribución de la riqueza turística?.
¿Dónde está el
estado?, como profesional confirmo que la ley es letra muerta en Caral. El
pueblo está en pie de lucha, ya se cansaron de las humillaciones y del abuso.
Es una lucha desigual, a Ruth Shady todos la escuchan, la prensa nacional,
local y regional, ella puede decir lo que quiera, su verdad mentirosa prevalece
como si fuera dueña de la verdad. Nadie escucha a los pobres de Caral, y si
viene algún periodista, este termina hablando en contra de ellos por alguna
extraña y monetaria razón.
Nos llama un grupo
de jóvenes y nos piden seguirlos, caminamos 3 km y observo tremendas tranqueras
colocadas en medio del camino.
“Las han colocado
los del PEACS”, pero pregunto “pero si son caminos ancestrales y comunales?,
ellos nos dicen , “acá quiere prevalecer la ley del Peacs, pero lo vamos a
destruir las veces que los coloquen”, y observo mucha rabia también en los
jóvenes, mucha desconfianza, se sienten vulnerados, abusados en su propio
territorio. “Nos cierran los caminos, ¿por dónde vamos a sacar nuestra
cosecha?, ¿Por qué no dicen nada las autoridades?, seguro los tienen comprados
a todos”, vocifera otro joven totalmente indignado.
Y tiene razón, la
constitución garantiza el libre tránsito, pero sin embargo la ley no se cumple,
y termino justificando su lucha.
Al despedirme, me
llevo su rabia, me indigna leer algunos periódicos amarillentos que hablan de
la grandeza de Caral, todos alaban a Ruth Shady, justifican las denuncias, a
los dirigentes les dicen traficantes de tierra,asaltantes, delincuentes, etc,
estos analfas del periodismo basura viven alargando la mano, pienso. Estos
jamás han visitado Caral como lo hago el día de hoy.
Me voy con una
desazón al comprobar el grado más alto de desigualdad social en pleno siglo
XXI, el abuso permanente en Caral. Mientras otros disfrutan de la riqueza
turística, viajando por todo el mundo, recibiendo condecoraciones, premios,
dinero, etc, en este valle hay miles de personas desposeídas y condenadas a una
vida de miseria y de pobreza, aunque increíblemente son los verdaderos dueños,
pero son dueños….de nada.
Caral está a punto
de explotar y reitero los únicos responsables serán los burócratas del
Ministerio de Cultura y el estado.
Así como hubo un
Baguaso, Arequipazo y ahora ultimo Puno, de la misma forma Caral se prepara
para dar el golpe final, allí la muerte una vez más prevalecerá a la vida, solo
que ahora esta gente ya no tiene miedo perder la vida, porque ya ESTÁN MUERTOS
EN VIDA. SOS.
El derecho al
desarrollo es un derecho humano, y esta es la prueba:
" El derecho
al desarrollo es un derecho humano inalienable en virtud del cual todo ser
humano y todos los pueblos están facultados para participar en un desarrollo
económico, social , cultural y político en el que puedan realizarse plenamente
todos los derechos humanos y libertades fundamentales ...... El derecho humano
al desarrollo implica también la plena realización del derecho de los pueblos a
la libre determinación, que incluye (...) el ejercicio de su derecho
inalienable a la plena soberanía sobre todo sus riquezas y recursos
naturales"
Declaración sobre
el Derecho al Desarrollo adoptada por la Asamblea General de las Naciones
Unidas en su resolución 41/128 del 4 de Diciembre de 1986.
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