En
Perú existen dos clases de peruanos mediocres: los corruptos, y los sobones. A
los primeros los conocemos, porque a diario se presentan en los medios de
prensa: desde el Presidente, hasta los funcionarios públicos de todo sector.
(Hay excepciones con mucho respeto).
El
Magisterio no se salva de esto. No solo en la sede del Ministerio, sino también
en los organismos intermedios como las USEs y las DREs de todo Perú.
Lo
que caracteriza a estos sobones es que son tan desvalidos mentalmente que no
tienen la capacidad de ser corruptos, entonces lo que les queda es hacer el
papel de rastrero y palafrenero de estos.
Así
sucede en las Direcciones Regionales de Educación. Y estos lacayos no
necesariamente tienen que trabajar allí, en la sede, pueden ser profesores
nombrados y hasta contratados que se dedican a hacerles la patería a quienes
tiene cierto poder y ostentan jefaturas en dichas oficinas. Se les reconoce
porque aunque son incapaces, dirigen cargos de en*****dura superior en sus
respectivos colegios, como las coordinaciones de proyectos, entre otros, y no
siempre en virtud a sus habilidades pedagógicas, ni al concurso de su
experiencia, sino, como es patente a su descarada y pegajosa actitud servil.
Y
no es difícil darse cuenta, pues hay quienes cuando llega una autoridad o
representante de la DRELP, GORE O MED se dedican ansiosamente por invitar a los
mismos - no por cariño ni hospitalidad sino por obtener una regalía especial- a
almorzar, cenar, tomar, y les compran cosas, les cargan los maletines, y hasta
les pagan el alojamiento, como paje barato. Muchos podemos identificar quiénes
son, ya que los caracteriza la incapacidad, el poco nivel intelectual y
creativo, aunque puedan ostentar diplomas, cursos, títulos entre otros
papelitos que menguan en teoría su invalidez. Además, el trabajo y la
efectividad se demuestra, no se pregona.
Existen
otros tipos de sobones, pero éstos no son tan ignorantes, por eso se saben
escudar en razonamientos fútiles. Pueden ser profesionales reconocidos, y
alegar su sumisión al "honesto respeto a la autoridad" cuando en
verdad los caracteriza la cobardía y el arrivismo. A estos se les puede ver
merodeando los pasillos de la ascensión u homenajeando a su corrupto director o
consultor o especialista. Y "juega a dos cachetes", porque mientras
dicen estar en desacuerdo y en reclamo frente a su amo (o ama), tienen actitud
de "gatito de mal aliento". Pero habrán miles de excusas para estos
profesionales cobardes que escudándose en su necesidad laboral se someten a los
corruptos. Además porque es la única forma que les permitirá ostentar puestos
privilegiados, aunque no sea capaces de dirigirlos.
Por
eso nuestros jóvenes no progresan, porque no ve maestros auténticos ni rectos,
sino arribistas, mediocres, sobones y cobardes. Por eso crecen pensando que esa
es una forma legítima de ganar en esta vida.
Sin
embargo saludo a los muchos maestros, fieles a su ética, educados, que saben
trabajar en grupo sin ser egoístas, y que lastimosamente son uno de cada cien
de nuestras filas de educadores baratos y alicaídos. A estos uno de cada cien,
mis respetos.
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