Se acaba el 2014.
Se va con nuestras alegrías y tristezas. Con nuestros éxitos y también con
algunos fracasos. Algunos embarrados en la corrupción. Otros tratando de salir
de ella con un ápice de vergüenza al menos. Otros con la alegría de haber sido útiles.
La mayoría asqueada
de políticos corruptos y sinvergüenzas. Son los piratas y pillos disfrazados de
autoridades. Basta solo caminar por Cañete, Huarochirí y Huaral para darnos
cuentas del nivel de infección o de cáncer terminal en algunos casos, de las
comunas, sitiadas por corsarios y filibusteros ávidos del dinero fácil, que amañando
licitaciones y cobrando comisiones, por debajo de la mesa se despiden con las alforjas
llenas de dinero.
Irónicamente
algunos, a pesar de sus antecedentes han sido reelegidos. La memoria del pueblo
es frágil. Aunque culpable es la pobre formación política y electoral de todos
nosotros. Siempre tropezamos con la misma piedra veces.
El final
de Alvarado
La gestión de
Javier Alvarado se despide sin pena ni gloria. Su paso fue tan nefasto y solo
comparado con un cataclismo. Deja como herencia obras abandonadas, licitaciones
amañadas, íntimos amigos protegidos legalmente para que sean repuestos
judicialmente, concubinas y amantes, hijos extra matrimoniales, el remate como
chatarra de nuestras maquinarias pesadas, dejan en agonía los sectores de educación,
salud y la agricultura, etc.; que terrible.
Pero aquellos que
hoy desprecian la inteligencia del pueblo, recibirán un portazo en la cara.
Estamos advertidos. FELIZ AÑO 2015.
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