Entre el sida y el
cáncer alguien debía de ganar en la segunda vuelta. Un Chavarría producto de la
casualidad electoral, sin plan de gobierno ni equipo técnico se enfrentaba a un
candidato fantasma representado por un empeñoso Rafael Konja.
En primera vuelta,
el candidato del ‘arbolito’ no pudo ganar a pesar de usar una logística millonaria,
mucho menos llegar primero, su temor a perder en la segunda vuelta lo hizo
unirse con todos, pero principalmente con Nelson Chui, su socio de años.
Hay que reconocer
que Chui ha logrado conformar un movimiento pernicioso, populista y sobre todo
con plata, por lo tanto su apoyo fue fundamental. Chavarría jamás tuvo
estrategia en la segunda vuelta y solo apeló a atacar a un candidato ausente
con una impresionante guerra sucia.
No fue una campaña
de propuestas, sino de ataques a quien no podía defenderse por obvias razones,
bajo esas circunstancias era imposible que no ganara. Chui y sus funcionarios
del Gobierno Regional hicieron lo suyo, por eso la diferencia final en votos
fue en la provincia de Huaura.
Mención aparte
están los ayayeros que festejan como si hubieran sido candidatos. Son los
remanentes del furgón de cola del oportunismo y mediocridad, acostumbrados a
recibir migajas por el elogio barato de la corrupción.
ALGO MÁS
Ricardo Chavarría
enfrenta un gran responsabilidad que quizás aún no repara y es la de moralizar
el Gobierno Regional, y al estar impedido por su sociedad con Chui será su
primer fracaso. Renovar la confianza en los funcionarios y trabajadores
chuistas (Por agradecimiento) será su segundo fracaso. Sin equipo técnico y rodeado
de oportunistas será su tercer fracaso.
Por ahora gano el
mal menor, solo el tiempo demostrará si fue una buena elección, lo positivo es
que mostramos el lado oscuro de un candidato indolente con sus ex trabajadores,
y continuaremos con nuestra labor de fiscalización y denuncias.
No salten ni feliciten
antes buscando subirse a la 'combi verde', porque el tiempo es el mejor juez, y
la paciencia nuestra mejor virtud.
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