Las maldades pasan
factura tarde o temprano. Esto parece suceder con el alcalde provincial de
Barranca Elgar Marreros, quien siente en carne propia el desdén de los vecinos
de esta provincia.
Y es que a pesar
del esfuerzo económico no pudo llenar con sus simpatizantes el mercado modelo,
recibiendo una estrepitosa derrota a su ego colosal.
Y es que el pueblo
ya se dio cuenta que no gobierna ni su casa, y ha convertido la municipalidad
en fortín de su conviviente (tal como dicen los audios).
Sumado a eso, la
escasez de obras, el despilfarro de los fondos del pueblo, y los altos sueldos
mensuales que perciben sus funcionarios de confianza, hacen de esta gestión
marrerista insostenible en el espacio y tiempo, percibiendo que el desprecio y
la pérdida de confianza ha superado a sus ambiciones personales.
Un triste final,
que solo tienen los sinvergüenzas. Pero si los revocadores no se ponen las
pilas, Marreros podría quedarse otros 2 años más de desastre para Barranca.
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