¿Cómo podríamos
definir al periodismo adicto al rey Toro?
Quizá como el ejercicio de simular o
informar mintiendo, exagerando, ocultando noticias, deformando otras, sembrando
rumores o alimentándolos, promoviendo el miedo, asegurando fidelidad de
periodistas y de medios, eliminando competencia, urdiendo campañas para ser
lanzadas en concierto por los medios bajo su control, amedrentando periodistas,
etc.
El problema es que ahora no la tienen tan fácil: hay un lobo suelto, un
lobo estepario que no calla nada, así lo crucifiquen.
Hay una prensa que se
ha vendido mediante una mecánica sencilla: copiar y pegar. Nos informan que
existe una central que maneja la imagen del Rey Toro y que provee de
información a la mayoría de medios vendidos y esa sería la única fuente
admisible para los periodistas que se han puesto el ropaje de cuero toril. Y
han salido algunos medios que atacan a los opositores al rey toro y sutilmente
alaban a su gestión, algunos medios mas escandalosos dicen, tratando de
justificar al rey toro, que la corrupción que estamos denunciando es la
herencia dejada por Chui, o Mufarech o Matusalén, cualquier pretexto es valido,
proteger a la corrupción es el objetivo.
Lo cierto es que
una raza extraña, compuesta de camaleones y primates, se consolida entre
escritorios, micrófonos, set de televisión y redacciones. Su alias: GEISHAS DEL REY TORO. Y para eso hay
muchos miles de soles al mes. ¿De dónde pecata mía?...si, de allí mismo que
usted está pensando.
Esta raza extraña
quiere gobernar la opinión pública. Esos (y esas) jóvenes profesionales, sólo
de obediencia, creen que todo se justifica con tal de beneficiar al jefe Toro.
Las edecanes de la ignominia, por ejemplo, se pasean en la camioneta de la
región por las 9 provincias, sonriéndole a la impunidad, creyéndose el cuento
de hadas de ser las elegidas de un proyecto imperecedero, haciendo contactos
vía microondas desde la cloaca, o bañándose en insalubres aguas de sumisión.
Ellas son las
“geishas” del Toro. Son las hijas negadas, pero empalagosas, de un mandatario
oxidable, que sueña con ser presidente de la república.
En resumen, ha
emergido un renovado tipo de geishas. Con razones y motivos, pero geishas al
fin y al cabo: “Por el Mercado, TODO”. Un periodista no es un profesional
perfecto. No es un juez. Mucho menos un oráculo o un guerrillero de la
libertad. Pero tampoco puede hacer “servicios” distintos o cobrar por no
trabajar. En eso estamos de acuerdo.
Pero un periodista
está en la obligación, al menos, de jugar al detective que investiga. De tener
la fresca resolución de un niño que busca algo persistentemente hasta
encontrarlo: la verdad.
De discernir y
descubrir si detrás de ese perfume que lo inunda todo hay un cadáver de varios
días. O si tras ese hedor del que todos huyen se esconde una lúcida realidad
que nadie saca a flote. Dura y hermosa tarea la de los periodistas consecuentes
e inteligentes. Aunque debemos decirles que el estigma de geishas será
absolutamente imborrable.
Ahora son los
representantes de la vieja escuela de la conveniencia política. Apestan por
donde se les olfatee, pues ni los miles que reciben mensualmente impiden ese
hedor insoportable de suciedad y calumnia.
Los medios tienen
la obligación de informar sin manipular. Es la defensa de esta libertad de
información a la que tenemos derecho todos los ciudadanos, la que hace del
periodismo la más noble de las profesiones o en su defecto, el más vil de los
oficios.
Pero el periodismo tiene un deber sagrado que cumplir
frente al pueblo. Los medios de comunicación deben ser la conciencia y la voz
del pueblo. ¡¡POR ESO REPETIMOS: “QUE EL PUEBLO JUZGUE…..A TODOS”!!!!
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