El tiempo terminó dándole
la razón al alcalde huachano, dejando con los crespos hechos a sus enemigos y opositores
que ya festejaban antes de tiempo, una posible sentencia en su contra por
supuestamente agredir a un vecino.
Al final, el Poder Judicial
termino con la telenovela, absolviéndolo de toda responsabilidad, en un proceso
que tuvo una duración de casi 3 años. Entre lo más resaltante de este proceso pudimos
comprobar que:
No existió ni un
solo testigo de la supuesta agresión, y nadie vio ninguna agresión. Lo que si se
probó es que existió un intercambio de improperios entre el supuesto agresor y
el supuesto agredido.
NO existió ningún
tipo de lesión en ninguno de los dos integrantes, tanto así que el odontólogo (supuesto
agredido) continúo atendiendo a sus clientes. Además se comprobó que la
denuncia policial se hizo 48 horas después, es decir entre la finalización del
uso de sus habilidades manuales ejerciendo la odontología y el momento de la
denuncia pudo suceder cualquier otra cosa.
El odontólogo (supuesto
agredido) al día siguiente de la supuesta agresión, asistió a su trabajo,
quedando registrado esta asistencia, sin ninguna observación al respecto. Y por
último existe la declaración de la aun esposa
del médico legista, que denuncia que el certificado expedido de las supuestas
lesiones fue producto de negociación.
Lo que no
entendemos es porque el poder Judicial pone tanto interés en una denuncia de
intercambio de palabras entre dos
personas adultas, cuando es cosa común en nuestra comunidad, lo que si advierte
es que la justicia es bien rápida cuando se trata de una autoridad, discriminando
casos mucho más graves, que una simple discusión o cruce de palabras.
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